El pionero que perdió su explotación ecológica en los incendios de 2017: «El juez hizo caso a todas las mentiras de la Xunta y a ninguna de nuestras verdades»

César García planteó un original pleito ante el Gobierno gallego, convencido de que con previsión se hubiese evitado el fuego que arrasó su finca de manzanos y otras propiedades en As Neves

La sentencia dio la razón a la administración y él, a sus 77 años, renunció a revivir un innovador proyecto que le ocupó desde princpios de siglo

César García, en una imagen de 2012, en sud esaparecida finca de manzanas ecológicas

César García, en una imagen de 2012, en sud esaparecida finca de manzanas ecológicas / Ricardo Grobas

En la vida de César García (As Neves, 77 años) el fuego ha tenido un papel fatídico. Un incendio en el negocio familiar lo arrancó de sus estudios de ingeniería técnica en Vigo para arrimar el hombro en casa. Tras superar esas dificultades, desarrolló una exitosa y esforzada carrera como empresario en el mundo de la construcción y, ya superada la cincuentena, dio un giro radical: decidió que lo suyo sería la agricultura ecológica, con la manzana como fruta estrella de su finca de una hectárea a escasos metros del río Miño, en su pueblo natal. Arrancaba este siglo y se convirtió en un pionero en Galicia en este tipo de producción.

Otro incendio, esta vez forestal y enmarcado en la salvaje ola de octubre de 2017, acabó con más de tres lustros de trabajo en la explotación. Y él está convencido de que se podía haber evitado, que con previsión por parte del servicio de extinción no se habría producido el desastre que no solo arrasó su finca, sino que se llevó por delante un aserradero y varias viviendas en la zona. Tan seguro estaba que inició una larga reclamación ante la Xunta, primero por vía administrativa y luego judicial, para recuperar algo más de 60.000 euros en pérdidas.

«El señor juez hizo caso a todas las mentiras de la Xunta y no hizo caso a ninguna de nuestras verdades», resume su sentir indignado sobre la sentencia, ya firme, del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo n.º 1 de Pontevedra. El fallo, emitido el pasado mayo, loa el esfuerzo argumental de Roberto Mera, su abogado, pero valida todas las tesis del Gobierno gallego. Se sintetizan en que la situación era extrema aquel fin de semana, que su actuación fue inmejorable y que no hubo carencias en el servicio. Hasta se comparan, con orgullo, los resultados de esa ola en Portugal y en Galicia, tanto en vidas humanas como en hectáreas quemadas.

Zona de As Neves con Monçao enfrente, próxima a la explotación de manzanas

Zona de As Neves con Monçao enfrente, próxima a la explotación de manzanas / Cabalar (EFE)

El fuego cruza el Miño

Eran las 14:03 de aquel domingo negro cuando una pavesa de eucalipto cruzó el Miño desde Portugal. No hay registros previos de un fuego que saltase la raia fluvial, pero ya desde la mañana César, que se había encontrado llena de cenizas la terraza de casa, a 500 metros de la explotación, sabía que el panorama era muy preocupante. Desde las 20:00 del día anterior, un incendio iniciado en los montes de Monçao avanzaba hacia la frontera empujado por el viento del sur del huracán Ophelia, un fenómeno del que venía advirtiendo MeteoGalicia.

Buscando por las pistas de la zona un punto desde el que atisbar dónde estaba el foco, dado que desde se casa solo veía humo, se encontró con un vecino, trabajador del servicio de extinción que había acabado su contrato el 30 de septiembre. También alarmado por la situación, llamó al jefe de su distrito, que le contestó que estaban centrados en el incendio de Padróns, en Ponteareas, y que no irían a As Neves pese al riesgo. «Se afeitó para arriba», comenta César. En el juicio este trabajador fuera de servicio ratificó esta versión, pero su superior había fallecido antes, así que no se pudo contrastar.

«Con que mandasen un helicóptero a tiempo esto lo apagaban enseguida, además tenían el río para cargar agua. Fue una falta de previsión total», expone el dueño de la finca, que se enciende al recordar los hechos. La versión desplegada por la Xunta en el juicio indica que solo tardaron 12 minutos en llegar a la zona en la que se declaró el incendio en suelo gallego, pero César remarca que esa jornada sus vecinos y él lucharon solos para salvar sus propiedades. «Aquí no vino nadie hasta la noche, los únicos que vinieron fueron guardias civiles para decirnos que evacuásemos. Si nos vamos, arden todas las casas», apunta.

El aserradero de As Neves que quedó calcinado

El aserradero de As Neves que quedó calcinado / Cabalar (EFE)

Ayudas fallidas

El enfado del nevense se incrementó tras el fuego. A toda prisa, porque el plazo era muy corto, presentó presupuestos por daños de unos 36.000 euros para las ayudas de emergencia de la Xunta. Le concedieron solo 16.000 euros, insuficientes para poder reiniciar la actividad. Por aquel entonces, la finca estaba alquilada a un tercero, que lógicamente abandonó la tierra baldía. Recalculadas pérdidas, incluido el lucro cesante por el arrendamiento que había dejado de cobrar, llegó a los poco más de 60.000 euros reclamados. Con eso y otros 40.000 euros más, podría plantearse revivir la producción de frutales.

Pero esa opción está descartada. César rehusó presentar recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), tras gastar más de 2.000 euros en este proceso y con la convicción de que no encontraría compresión por parte de los magistrados. Su letrado, en cambio, sí albergaba más esperanzas, aunque comprende la decisión de su cliente. Se trataba de una demanda muy inusual y que podría abrir un camino para otros afectados, pero ya nunca se sabrá que hubiese fallado el TSXG.

La finca ya no es de César. «Tenía que sacarla de delante porque me dolía el corazón», explica. La vendió «casi regalada» tras un tiempo sin encontrar comprador. Ahora, unos caballos pastan donde durante más de 15 años crecían centenares manzanos de múltiples variedades, cítricos o kiwis.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents