Lolo, una sonrisa a prueba de marejada

A sus 89 años, Manuel Carbajo Rial disfruta de los recuerdos de toda una vida ligada al mar, como marinero y también como subastador

Sus vecinos de Panxón le rinden homenaje hoy tras la misa del Carmen, en el marco de las fiestas de San Xoán

El marinero Manuel Carbajo Rial, risueño en el muelle de Panxón, y que hoy será homenajeado en Nigrán

El marinero Manuel Carbajo Rial, risueño en el muelle de Panxón, y que hoy será homenajeado en Nigrán / Marta G. Brea

Nigrán

Ni penurias, ni golpes de mar, ni naufragios, ni ninguno de los malos recuerdos, que son muchos a lo largo de medio siglo de trabajo en el mar, pueden borrar el optimismo del semblante de Manuel Carbajo Rial. Algunos lo emocionan y los relata al borde de la lágrima pero enseguida se recompone y recupera el buen humor que regala a sus vecinos cada vez que se los encuentra por las calles y el puerto en sus paseos diarios.

Genio y figura a los 89 años. Por ese amigable carácter y por toda una vida como pescador, sus vecinos de Panxón le rinden homenaje tras la emotiva misa del Carmen, que se celebra este miércoles a las 21.30 horas seguida de procesión, en la última jornada de las fiestas de San Xoán.

Manuel Carbajo, rodeado por miembros de la Comisión de Fiestas de San Xoán: de Vicky, Suso (presidente), Luciano (vicepresidente) y Manolo

Manuel Carbajo, rodeado por miembros de la Comisión de Festas de San Xoán: Vicky, Suso (presidente), Luciano (vicepresidente) y Manolo / Marta G. Brea

«Moito orgullo» siente Lolo, como lo conocen popularmente en Panxón, del reconocimiento a cinco décadas a bordo de distintas embarcaciones. La primera, la «Carmelita» de su padre, que lo llevó por primera vez a faenar con solo 13 años. «Daquela non existía motor nin nada, andabamos a remo a coller sardiña, vendiámola en Toralla... Había cinco fábricas de conserva e deixabamos a chalana en Canido e as redes a secar, que eran de cáñamo e había que poñelas a secar para que non pudriran... Se perdías o tranvía había que volver andando para Panxón... Así era a vida ... miña nai tamén ía vender o peixe ata Gondomar cun crío nos brazos», recuerda.

No era fácil progresar por aquel entonces. «Cando casei, aos 24 anos, non había cartos e marchei para Gran Sol sen colchoneta nin nada, durmía encima da rede». Enseguida dejó aquel caladero porque no aguantó la dureza de sus temporales. «O barco era de ferro pero moi pequeniño e collín unhas mareas moi malas e un golpe de mar levou un compañeiro. Aquelo era demasiado», rememora todavía conmocionado por aquel episodio.

Se fue entonces a Cádiz pero también regresó a los seis meses «porque se gañaba moi pouco, para mandarlle 1.000 pesetas á muller había que sudar moito». Así que se vino para Vigo «e fun nun bou, que xa se gañaban sobre 3.000 pesetas e dábannos a carioca para vender», relata.

El marinero Manuel Carbajo Rial, risueño en el muelle de Panxón, y que hoy será homenajeado en Nigrán

El marinero Manuel Carbajo Rial, risueño en el muelle de Panxón, y que hoy será homenajeado en Nigrán / Marta G. Brea

Naufragio en Cabo Silleiro

Fue por aquel entonces, ya en los años 60, cuando vivió otro momento crítico. «Tivemos un naufraxio nun barco que se chamaba ‘Majestad’. Salvámonos de milagro. O barco foi a pique á altura de Cabo Silleiro, a 105 brazas de profundidade. Era un bou de arrastre da compañía Viveiros de Vigo. Saímos de terra con bastante xeo e o barco escorou. Gracias a Dios (sic), chegamos todos a remo ás casas aínda que houbo xente que botou bastante tempo no mar», explica.

En definitiva, «traballei moito para gañar a vida», dice. Y no solo en el mar. Aprovechó las oportunidades que le ofreció el desarrollo turístico de la época y «fixen de camarero no Náutico de Panxón moitos anos na tempada de verán, pero daquela non te aseguraban e en vez de oito horas traballabas vinte... Era así», comenta encogido de hombros.

El marinero Manuel Carbajo Rial, en la lonja de Panxón, y donde trabajó duro 9 años

El marinero Manuel Carbajo Rial, en la lonja de Panxón, y donde trabajó duro 9 años / Marta G. Brea

En tierra trabajó también sus últimos años de vida laboral, aunque en lo suyo. «Fun subastador nove anos», hasta hace 25, cuando se jubiló. Todavía quedan marineros y mariscadoras en el Val Miñor que lo recuerdan cantando los precios. «Pola mañá estaba en Panxón e pola tarde en Baiona. Daquela había moito peixe, moitísimo, e moito marisco, non coma agora... Acórdome de cando vendín 200 ou 300 kilos de percebes para a Expo de Sevilla a 5.000 pesetas o kilo e alí pagárono a 35.000», cuenta.

Se cuentan por cientos las anécdotas de Lolo, que conserva una salud envidiable y se mantiene activo. «Levántome ás 7.00 da mañá e ando unha hora ata Patos ou ata Praia América. Se te deixas estar na casa os osos encollen», asegura.

Echa de menos la pesca deportiva que practicaba hasta hace cinco años «pero chegou un momento que houbo que parar». Ahora trata de acostumbrarse a la vida sin su Balbina, que falleció hace unos meses, y disfruta de sus dos hijos, cuatro nietos, dos bisnietas y «outro que vén en camiño», que son su «ilusión».

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents