Los pescadores del Miño, en pie de guerra contra la comandancia naval
Denuncian que el actual comandante amenaza con retirarles la licencia si no llegan a un mínimo de capturas
La crispación es tal que muchos se plantean dejar la actividad

Un pescador, en la captura de la lamprea en el Miño a su paso por Arbo. / FdV
La asociación de pescadores del Río Miño está en pie de guerra contra el comandante naval Andrés Díaz. Concretamente, quieren expresar su sentimiento de «hartazgo, desprotección y desamparo» por el trato que les dispensa desde su llegada. Los pescadores denuncian que no existe diálogo alguno y que desde la comandancia se les impone «un discurso autoritario y dictatorial», haciendo oídos sordos a las distintas propuestas y solicitudes que la asociación plantea, «sin ninguna intención de entender nuestra realidad». Van más allá y aseguran que en los encuentros que han tenido, el comandante naval «intimida» a quien no piense como él, «vetando para próximas reuniones a quien alza la voz en su contra, como es el caso de nuestro presidente y otro miembro de la directiva, que fueron vetados para asistir a una reunión para el futuro y la sostenibilidad del río».
Entre las propuestas planteadas por la asociación de pescadores del Río Miño y que fueron rechazadas se encuentra la autorización para tener a bordo sus redes de lamprea antes de las doce de la noche del domingo, ya que con marea baja en algunos amarres es «imposible» meterlas a bordo «porque nos enterramos en fango». También pidieron que la inspección de la tela de la angula se realice al mismo tiempo que la revisión de la embarcación, para evitar el trastorno de desmontarla y llevarla a Comandancia. Además, rechazaron otras propuestas para mejorar la seguridad durante la actividad de los pescadores.
En un comunicado divulgado por el presidente de la asociación, Adolfo Martínez, denuncian que durante el mandato de Andrés Díaz han sufrido «amenazas de arrancarnos nuestros amarres porque se borraron los números, obligándonos a restaurarlos en época de no actividad pesquera, cuando sabe que no tenemos las embarcaciones disponibles para acceder a ellos». «Nos menosprecia después de sancionarnos, con frases como ‘ahora ya puedes pescar unas lampreas para pagar la multa’», añaden.

El comandante naval de Miño, Andrés Díaz-Ripoll / FdV
La entidad va más allá e incluso acusan al máximo mandatario de la comandancia naval del Miño de difundir datos personales de algunos de los pescadores, como correos electrónicos o cifras de ventas.
Los pescadores denuncian también que se les exige unos mínimos de capturas en términos monetarios que consideran «absurdos», porque alguna temporada pueden resultar escasos, pero en otras resultar excesivos. Dichos mínimos, denuncian, son un requisito indispensable para la renovación del permiso de pesca: «Si no tenemos capturas nos quedamos sin licencia». Dicha exigencia, en el caso de la angula, viene acompañada por otra, un máximo de capturas diario, «lo que nos dificulta todavía más cumplirla»
Los pescadores denuncian que este trato está afectando a su salud mental, creando un clima de crispación y algunos incluso se están replanteando su continuidad en la actividad pesquera.
Asimismo, resaltan que durante los últimos treinta años pasaron catorce comandantes distintos, con los cuales tuvieron siempre una relación de cordialidad y respeto mutuo, sin este tipo de problemas. Concluyen que la función de la comandancia, aparte de vigilar y fiscalizar, debe ser apoyar a todos los que convivimos con el río, y «nosotros lo único que queremos es desarrollar nuestra actividad con tranquilidad».
Un inicio de año convulso
Los pescadores del Río Miño llevan un año 2025 complicado. Los días de pesca habilitados en la última luna de enero coincidieron con las borrascas Herminia e Ivo, las cuales obligaron a declarar dos alertas naranjas.
Además, una compañía eléctrica, denuncian, «atendiendo a sus intereses privados», procedió a la suelta de agua del embalse de Frieira durante los días de pesca, produciendo un arrastre de agua en el río que impidió a la angula entrar y a los pescadores ejercer su trabajo. Esta situación les llevó a estar sin ingresos durante varios días.
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