In memoriam

Tecla Portela, la voz del alma ibérica

Adiós a la escritora, traductora, poeta, intelectual y humanista

Tecla Portela.

Tecla Portela. / D.P.

Muda y conmocionada se despertaba el lunes 16 la ciudad de Tui. María Tecla Portela Carreiro se fue, pero su voz ha quedado impresa en innumerables páginas. Escritora, traductora y poeta, su vida fue auténtica pasión por las letras. Culta y erudita como pocas, Tecla dominaba el arte de la palabra y supo capturar como nadie el alma del idioma portugués con todos sus matices. Sus traducciones de los grandes autores lusos no eran meras versiones al castellano; eran un renacimiento del texto con total fidelidad y sensibilidad a la obra original.

Licenciada en Derecho, en Ciencias de la Información y Traductora Jurada, estudió en Coimbra y Madrid, ciudad en la que vivía esta tudense de pro, aunque en los últimos meses había vuelto a la urbe transfronteriza. Su curriculum daría para varios tomos, lo mismo que su obra, reflejada —solo por citar algunas— en la traducción de los «Cuentos Completos» de Eça de Queirós, recogidos por primera vez en un solo volumen publicados por Siruela. Suya es también la versión española de «Compromiso con las palabras» de Rosa Lobato de Faria (Ed. Torremozas, Madrid) o «El Dominó Negro» de Florbela Espanca, publicado por la misma editorial y con prólogo y notas de la propia María Tecla Portela, que desde agosto de 1992 prestaba sus servicios en la Embajada de Brasil en Madrid y aún tenía tiempo de escribir poesía, traducir, viajar e impartir conferencias.

De Tecla fascinaba todo, desde el profundísimo conocimiento de los dos idiomas —español y portugués— a la belleza de sus descripciones, su sentido del alma humana o su finísima ironía con la que brillaba tanto escribiendo como conversando. Fue también asidua colaboradora de FARO DE VIGO, especialmente desde la delegación del diario decano en Portugal, donde dejó una huella imborrable a través de sus reportajes y entrevistas.

Nacida con una vocación natural por las letras, Tecla dedicó su vida a las palabras que con tanta soltura manejaba. Aparte de su legado poético y narrativo, como traductora deja un testimonio inigualable al acercar la literatura portuguesa a los lectores hispanohablantes, revelando la riqueza de autores como João de Melo, Raúl Brandão, Sophia de Mello Breyner o José Viale Moutinho.

Dotada para la amistad y abierta a ella, quienes conocieron a Tecla recuerdan sus valores humanos, su inmensa generosidad, su empatía y simpatía, su enorme capacidad intelectual y su don para iluminar cualquier conversación con su vasto conocimiento y su pasión por la literatura, el arte o la historia. El humanismo de Tecla era tal que a su lado uno se sentía siempre alumno de casi todo.

Su pérdida deja un vacío enorme en las letras hispánicas y lusófonas, aunque queda su legado, testimonio vivo de la lengua. Por uno de esos misterios insondables, el Cielo la quiso para sí prematuramente, a los 68, y ahí brilla desde el lunes y para siempre. Seguro que disfrutando de lo que más gustaba: una buena conversación. Escritores como Saramago, Eça, Florbela o Mello Breyner deben estar en estos momentos de tertulia con Tecla desde lo Alto.

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