Ni duro ni blando, turrón de albariño

Una empresa familiar de Salvaterra de Miño pondrá estas navidades 80.000 tabletas de turrón de chocolate artesanal en las mesas de cientos de familias gallegas

Leticia, Elena, Pilar, Blas, Noel, José y Felipe, trabajadoras y trabajadores, en la planta.

Leticia, Elena, Pilar, Blas, Noel, José y Felipe, trabajadoras y trabajadores, en la planta. / D.P.

Cuando los operarios y operarias de «Antoxo» terminan la jornada, de la fábrica montada en una nave de Arantei (Salvaterra de Miño) todavía sale un poco de humo. El responsable es Joaquín Eiras, uno de los socios del Grupo Do Noso, que a veces se queda manejando con destreza dos grandes tostadoras para tostar café, el pilar de su empresa.

Eiras es el director de la planta, una propiedad que comparte con su hermano Gumersindo y con un socio, César Bargiela, y en la que, desde hace 24 años, procesan cacao y elaboran distintos tipos de chocolates y bombones «con acabado artesanal». La empresa está «a tope» de producción estos días, la Navidad está cerca y los cuatro turrones de chocolate que se fabrican deben quedar listos esta semana. Serán 20.000 unidades de cada variedad que se repartirán por pequeñas tiendas y locales gourmet, más de 3.000 puntos de venta, sin grandes superficies.

Uno de los que más aceptación está teniendo desde su lanzamiento, antes de la pandemia, es el turrón de albariño «que creamos pensando en las bodegas de la zona; yo quería hacer algo distinto en honor al albariño y ha resultado un éxito», señala Joaquín. Para elaborarlo se parte de vino 100% albariño, que se incorpora a un praliné que servirá de relleno al turrón.

El último de la familia de turrones en aparecer ha sido el turrón de chocolate negro con avellanas crujientes. Eiras lo define como «espectacular», válido para aquellas personas que no toleran la leche, y que reivindica la esencia del rural gallego. «Porque aquí las avellana se dan muy bien y nosotros le hemos comprado la pequeña producción a un agricultor de As Neves, pero es muy poco para lo que necesitamos, nos gustaría que hubiese más, y que los avellanos fuesen plantados donde puedan crecer y no en muros como se hizo muchas veces. Mi idea era que el turrón de avellanas fuese más nuestro, con avellana da terra», señala.

Materia prima de calidad

El primer «Antoxo» que se puso en una mesa en Navidad fue el turrón con almendras, que se hizo muy popular por su sabor y que Eirás asegura se debe a la calidad de la materia prima: «Porque nosotros hasta procesamos una parte del cacao en la planta, y tenemos un control muy estricto de lo que fabricamos». La otra alma de la mesa navideña es el turrón crujiente, que le encanta a los niños.

Ademas de las tabletas de 200 gramos este año sacarán unas muestras de 35 gramos. «Con todas las bromas, ya llevamos aquí 24 años, que parece que fue ayer cuando comenzamos a sacar unas tabletas de chocolate de forma tímida y ahora producimos mil kilos diarios». Ahí funcionan especialmente las rocas, las lenguas (también de chocolate blanco) y el bombón de cereza «donde hasta le sacamos el hueso a las cerezas aquí».

No esperan pedidos extra ni de última hora. «Desde septiembre sabemos cuanto tenemos que fabricar en base a la experiencia y lo que nos han pedido, de estas 80.000 tabletas poco viene de vuelta», explica.

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