Un show científico entre plato y plato

El exitoso proyecto del restaurante del CEE Panxón alcanza este año los 220 comensales

En el último pase del mes de mayo asistieron al restaurante 47 comensales.

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Carolina Sertal / Pedro Fernández

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Es el turno de Rosa. Junto a una profesora espera a los invitados a las puertas del colegio y en cuanto se forma un grupo considerable da comienzo la visita por las instalaciones. Se inicia el recorrido en la huerta en la que el propio alumnado del Centro de Educación Especial de Panxón cultiva desde diferentes variedades de tomates a plantas aromáticas que, tal y como explica Rosa, “luego se usarán en la cocina”. A continuación, la alumna pregunta a los visitantes si les apetece conocer la granja y ante la respuesta afirmativa del grupo los dirige a un recinto en el que las burras Paloma y Violeta dan la bienvenida permitiendo ser acariciadas. Ya en el interior del centro educativo, a través de una cristalera se puede contemplar cómo los compañeros de Rosa aceleran en los fogones. Queda una media hora para que empiece el show y ya ultiman los detalles en la cocina de los 47 menús que servirán en la noche de jueves, no sin antes ofrecer a los comensales un pequeño aperitivo para abrir boca.

Alumnos preparando en la cocina el primer plato del menú.   | // C. S.

Alumnos preparando en la cocina el primer plato del menú. | // C. S. / Carolina Sertal

A escasas semanas de finalizar las clases, un año más, el CEE Panxón ha vuelto a montar su propio restaurante en las instalaciones del centro educativo con el objetivo de recaudar fondos para la excursión de fin de curso y, tras seis ediciones, en esta ocasión la demanda ha sido abrumadora, ya que por las mesas de “Toleamos sen máis” han pasado unos 220 invitados. Esta cifra no es de extrañar, puesto que lo que ofrece este centro educativo de Nigrán es la oportunidad de vivir una experiencia única, cenando en el colegio, conociendo de primera mano el original proyecto en el que participan todos los alumnos y el profesorado, así como aprender de ciencia, ya que los asistentes no se marchan sin disfrutar de varios experimentos científicos entre plato y plato. Todo ello a cambio de la voluntad, que es lo único que se pide al finalizar la cena y el espectáculo, para poder sufragar los gastos y obtener fondos para la excursión.

En cada edición, el centro escoge una temática diferente para desarrollar el restaurante y en este curso se han decantado por la sangre, de manera que los visitantes encontraban la sala decorada con una aguja gigante, bolsas de transfusión y dibujos de alimentos, en referencia a la importancia de un estilo de vida saludable para evitar distintas patologías. “Nós chegamos ao currículo a través de diferentes proxectos e o restaurante é o proxecto estrela. Unha vez escollida a temática, dende as clases e dende o ámbito científico, o que fixemos este ano foi traballar co alumnado os compoñentes do sangue, estudar aos científicos que investigaron sobre isto... e tendo en conta estes coñecementos, preparar os experimentos do show. A través do principio DUA, cada neno participa en función do seu nivel e así os pequenos decoran e outros asumen as tarefas dos camareiros, gardarroupas ou cociñeiros, e van rotando. Desta maneira, traballamos a convivencia e o traballo en equipo”, explica el director del colegio, Rafael Lores.

O restaurante é o proxecto estrela e cada alumno participa en función do seu nivel

Tras tomar asiento en el lugar indicado y una breve presentación, ¡comienza el espectáculo! El primer experimento que ponen en marcha docentes y alumnos está relacionado con el proceso que tiene lugar en el cuerpo humano cuando se ingieren alimentos con aportes energéticos demasiado elevados, como las gominolas o los snacks de bolsa. Calentando clorato de potasio en una pequeña probeta, tras la liberación de oxígeno, David se encarga de introducir un osito de gominola que al mínimo contacto con el líquido sale disparado arrancando los gritos de sorpresa del público invitado. Tras esta primera demostración, es hora de empezar a degustar los platos elaborados por los alumnos que en esta sesión se encontraban tras los fogones y el primero en salir de cocina es el pulpo a la brasa acompañado de coliflor.

Finalizados los entrantes, los experimentos continúan con el generador de Van de Graaff como principal protagonista, un aparato electrostático que permite a los alumnos del CEE Panxón demostrar a los asistentes lo buen conductor de la electricidad que es el cuerpo humano. Tras acumular carga eléctrica en los cabellos de varias voluntarias, el truco final llegó cuando los 47 invitados, tomados de las manos, elaboraron una cadena humana en la sala que comprobó cómo un chispazo afectaba simultáneamente a todos y para bajar el “pequeño susto”, inmediatamente después, los alumnos sirvieron un delicioso entrecot con pastel de patatas.

El postre llegó con el experimento estrella que siempre repiten en cada edición, el tubo de Rubens, a través del cual los asistentes pudieron observar la transformación de las voces de Freddie Mercury y de Antonio Molina en ondas sonoras en llamas, lo que arrancó los aplausos de toda la sala.

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