Una nueva fortaleza del siglo XVII identificada en el Concello de Tomiño refleja la importancia que la Guerra de la Restauración tuvo en la frontera gallego-portuguesa, especialmente, en el Baixo Miño. Y es que esta comarca podría haber sido uno de los principales frentes bélicos de esta guerra que duró casi treinta años, de 1640 a 1668, y que dejó a gallegos y portugueses exhaustos. Hasta el momento se creía que el “frente extremeño” era el principal eje bélico de este conflicto, pero la cantidad de fortificaciones encontrada en la raia gallega gracias al intenso trabajo de catalogación realizado por la historiadora y especialista en paisajes bélicos del siglo XVII, Rebeca Blanco-Rotea, acredita la importancia que el frente gallego tuvo en este enfrentamiento entre pueblos hermanos.

Y, especialmente importante, es lo que ocurrió a lo largo de los dos lados del Miño, sobre todo en su tramo final, entre Salvaterra y A Guarda y entre Monçao y Caminha. Hasta el momento, Blanco-Rotea tenía identificadas 45 construcciones bélicas a uno y otro lado de esta raia, 24 de ellos entre Tui y Tomiño y entre Valença do Miño y Vila Nova de Cerveira, si bien el número siguió aumentando desde el estudio de esta historiadora elaborado en 2015.
De hecho, tanto los actuales concellos de Vila Nova de Cerveira y Valença, en el lado portugués, como el de Tomiño, en Galicia, concentran la mayor parte de estas fortalezas. Un hecho que demuestra la importancia que esta guerra tuvo en esta comarca. La nueva fortificación evidencia la intensificación del conflicto bélico en su fase final. Y es que mediada la década de 1640 y el año 1657 el conflicto bélico estuvo en fase de relativa calma en esta zona de la frontera, gracias al traslado del teatro de operaciones hacia otros lugares, aunque se mantuvieron las pequeñas acciones de mano de ambos ejércitos.
"El yacimiento se encuentra muy arrasado como consecuencia posiblemente de hechos históricos que tienen que ver con la propia guerra"
En 1657 las fuerzas gallegas prepararon una acción envolvente por el suroeste de Tui para intentar cercar Valença primero y después Monçao desde la sierra de Lourenço. Para eso cruzaron a Portugal por un paso de barcas situado en el lugar de Amorín, entre Goián y Tui, construyendo un fuerte de campaña de grandes dimensiones. En el lado gallego se construyó el Fuerte de Amorín o de Capote Rojo. Entre ambos se formó un puente de barcas en una zona donde se estrecha el río.
No se vuelve a tener noticias de incursiones importantes hasta 1663, momento en el que se produce una nueva campaña sobre Goián ideada por el Conde de Prado, que partió desde Chaves con 5.500 infantes, 1.300 caballos, 8 piezas de artillería, municiones y víveres para quince días.
Gran complejo defensivo
A finales de octubre, en una hábil maniobra, el ejército portugués cruza por un tramo estrecho de Goián y conquista el fuerte de A Barca, consiguiendo crear un gran complejo defensivo fortificado que los gallegos no pudieron reconquistar hasta el final de la guerra. Para cortar las posibles incursiones de las tropas portuguesas hacia Tui, una vez construido este sistema portugués, el capitán general de Galicia mandó levantar otra nueva fortificación en Estás (Tomiño), una nueva elevación situada a tres kilómetros al Noroeste de la hecha por los portugueses en Goián. En 1668 se consigue recuperar Goián y se devuelve el de Sao Pedro da Torre.
Además de estos dos lugares importantes para el concello de Tomiño, Rebeca Blanco-Rotea destaca que las nuevas estructuras defensivas encontradas pueden tener relación con un momento en el que se intensificaron los enfrentamientos en el frente gallego, con especial virulencia en los territorios que hoy conforman el municipio de Tomiño.
Así, en el año 1666 en el que el condestable de Castela, Íñigo Fernández de Velasco, es nombrado capitán general del Reino de Galicia, intenta aumentar el ejército con la intención de restaurar los daños padecidos en los años precedentes en el lado gallego de la frontera. Junta un ejército de 14.000 infantes y 1.700 caballos “que acuartela en Forcadela y después en la Ribera del río Tamuxe, en O Rosal”. Enfrente, el conde de Prado, de Portugal, real conde de Prado, de Portugal, acuartela a 4.500 infantes y 1.100 caballos, en el fuerte de Santa Cruz de A Guarda, que también caerá en manos portuguesas.
“Como se deduce de la documentación manejada, en el lugar de Forcadela, si bien no sabemos dónde exactamente, se construyó algún tipo de cuartel en el que se acuartelaron las tropas del condestable de Castela, capitán general del Reino de Galicia en 1666”, apunta la historiadora Blanco-Rotea.
"Es urgente la protección y el estudio de este espacio para conservar los escasos restos que se mantuvieron en el lugar"
El siguiente paso, según la especialista, será determinar tras un estudio intensivo si los materiales documentados en el yacimiento de las Torres corresponden a este cuartel o a algunos de los dispositivos fortificados para el control de los pasos que son característicos en este momento y que están documentados en otras zonas del Baixo y Alto Miño.
El nuevo fuerte se encuentra en la parroquia de Taborda, en el lugar de As Torres, y está fuertemente alterada por la intervención humana, ya que es una zona con una alta densidad de ocupación del territorio, una intensa red de caminos y una fuerte explotación agrícola. Se trata de una estructura fortificada que algunos investigadores tenían apuntado como de origen medieval pero que el periodista Xurxo Salgado identificó como un posible fuerte del siglo XVII. Una hipótesis que confirmó la historiadora Rebeca Blanco Rotea.
“No será fácil detectar la localización de este tipo de campamentos que suelen ser efímeros y cuentan con material frágil”, señala Blanco-Rotea. Solo recientemente se han localizado dos en el lugar de Extremo (Ascos de Valdevez, Portugal), uno de planta rectangular y otro de planta pentagonal, pero lo cierto es que todavía son escasas las estructuras de este tipo localizadas en el área de estudio.
“El yacimiento se encuentra muy arrasado como consecuencia posiblemente de hechos históricos que tienen que ver con la propia guerra y los procesos postdeposicionales que sufrió con posterioridad a la misma, relacionados con las actividades de explotación agroforestal del territorio. Es por esto que se considera urgente su nueva notificación para que se inicie la protección y el estudio de este espacio que permita conservar los escasos restos que se mantuvieron en el lugar”, destaca la historiadora, que ya ha enviado un completo informe de este nuevo yacimiento realizado por ella misma a la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural para su catalogación y posterior protección.