Redondela manda sobre el tatami

Conchy Martínez logra el título internacional de árbitro de taekwondo

Conchy Martínez, árbitro internacional de taekwondo, ayer, en la alameda de Redondela.   | ANTONIO PINACHO

Conchy Martínez, árbitro internacional de taekwondo, ayer, en la alameda de Redondela. | ANTONIO PINACHO / Antonio Pinacho

Antonio Pinacho

Antonio Pinacho

Los campeonatos más importantes del mundo de taekwondo tendrán desde ahora una juez de Redondela. Conchy Martínez Carballo, natural de la parroquia de Cesantes, acaba de llegar a la élite del arbitraje tras obtener el título internacional después de superar el curso de la especialidad realizado en París. Como ella misma dice, es una recompensa a toda una vida dedicada a este arte marcial, tanto en su modalidad de técnica como de combate. “Para mí es una satisfacción enorme, es tocar techo en un deporte que lo ha sido todo para mí desde que era una niña”, explica.

Su objetivo, ahora que está en lo más alto del arbitraje, es llegar algún día a participar en unas olimpiadas representando al arbitraje español. Aunque para ello todavía le queda un largo camino de campeonatos internacionales que arrancará esta primavera con pruebas en Rumanía y Bélgica con los que irá ampliando el currículo y ganando puntos hacia la carrera olímpica. “Alcanzar este nivel no ha sido un camino fácil. Es el fruto de muchos años de trabajo, de una gran preparación tanto técnica como física y de un seguimiento por parte de la federación”, indica Conchy, que fue la primera mujer en Redondela en practicar el taekwondo y lleva más de treinta años como árbitro de este deporte.

"Creo sinceramente que siempre he sido justa en mi faceta como árbitro"

Su afición por las artes marciales empezó en el kung fu. “Era lo que había en el gimnasio al que iba en Redondela, pero al poco de comenzar, el negocio cambió de dueños y en vez de kung fu impartieron taekwondo, así que decidí probar”. Tenía unos 14 años, y desde el primer momento vio que ese era su deporte. “Requiere mucha disciplina y constancia en el trabajo. Tenía buena técnica, golpeaba con fuerza y los profesores me animaron a seguir”, recuerda Conchy, que fue subiendo de nivel hasta alcanzar el cinturón negro y 5º Dan. Sin embargo la tensión y ansiedad que le generaba la competición no le permitía disfrutar del deporte como en los entrenamientos. “No me sentía bien en los campeonatos porque los nervios me causaban frustración, así que decidí probar en el arbitraje ya que me permitía seguir practicando el taekwondo, que es lo que me gustaba, y al mismo tiempo estar cerca de la competición desde el otro lado de la barrera, como juez”. Fue así como, poco a poco, desde los 17 años fue realizando cursos de arbitraje, obteniendo todas las titulaciones autonómicas y nacionales y ganando reconocimientos, una faceta que le satisface “tanto o más que la práctica del deporte”.

Respecto a la labor del árbitro, explica que no es nada sencilla. “Requiere mucha concentración, humildad y respeto, que son los mismos valores que deben tener los deportistas, y por supuesto, la imparcialidad, que es la clave”, puntualiza. Y es que cuando actúa como juez sobre el tatami no tiene amigos ni conocidos. “Me da igual quien compita, aunque sea mi hermano yo tengo que ser honesta y calificar de forma imparcial lo que veo”. En este sentido reconoce que “aunque todos nos podemos equivocar, creo sinceramente que siempre he sido justa en mi faceta como árbitro”, algo de lo que se siente especialmente satisfecha.

Ahora solo le queda seguir por esa línea de trabajo y constancia para que Redondela pueda tener una juez de taekwondo en unas olimpiadas, si no es en París 2024, al menos en Los Ángeles 2028.

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