El rey de las maquetas se jubila con honores

Tras recibir uno de los Premios Nigrán 2022, Feliciano Figueiró da nombre a un parque que se estrena hoy en Camos

Feliciano Figueiró, rodeado de maquetas  en su taller, con el álbum de fotos de todas  las que ha elaborado.   | // MARTA G. BREA

Feliciano Figueiró, rodeado de maquetas en su taller, con el álbum de fotos de todas las que ha elaborado. | // MARTA G. BREA / Neli Pillado

A poco más de una semana del sorteo de la Lotería de Navidad, Feliciano Figueiró casi podría decir que le ha tocado el Gordo. No sumarán ceros a su cuenta bancaria, pero los premios que recibe este año son un gran orgullo para él, sobre todo porque vienen de sus propios vecinos. Con una precisión casi milimétrica, ha reproducido a escala un total de 34 grandes obras de la arquitectura en su taller de Camos. Y esa habilidad para convertir su gran afición en arte le ha valido una mención especial en la gala de los Premios Nigrán del Concello en mayo. Ahora la asociación vecinal A Camoesa ha puesto su nombre a un parque a apenas 200 metros de su casa. La placa en su honor se descubrirá esta tarde en un acto organizado a partir de las 17.00 en el que actuará el grupo Os Alegres do Val Miñor.

Se muestra “moi agradecido” , pero afronta el homenaje con tanta sorpresa como modestia. “Isto non é máis ca un hobby, non é para tanto”, asegura rodeado de algunas de sus obras en el cobertizo anexo a su hogar en el que ha replicado catedrales como las de Santiago, Tui, León, Burgos, la Sagrada Familia o La Almudena e iglesias como la de su parroquia, San Roque de Camos, el Templo Votivo del Mar de Panxón, la antigua colegiada de Baiona, la Peregrina de Pontevedra o la Vera Cruz de O Carballiño, e incluso el monasteiro de Oia. De allí han salido otros prodigios de la arquitectura como la Torre de Hércules, la de Eiffel el puente de Rande o el del Milenio de Ourense, además de barcos como el Juan Sebastián Elcano.

Antes de confeccionar las piezas con madera y arena soplada, visitaba los modelos y los fotografiaba cientos de veces

Todo comenzó hace casi sesenta años, cuando trabajaba a bordo de un cablero inglés. Las horas muertas de travesía lo empujaron e iniciarse en el gusto por la marquetería y compuso su primera pieza, el navío en el que navegaba. Enseguida regresó a casa para emplearse como camionero en una empresa de pretensados y tuvo que hacer un paréntesis en su afición hasta la jubilación. A partir de entonces dedicó todas sus horas libres a las maquetas, hasta que los achaques de la edad lo han obligado a colgar el serrucho hace apenas dos años.

Ahora, cumplidos los 83, repasa su obra a través de las hojas de un álbum fotográfico. Algunas de las piezas continúan guardadas en su galpón. Otras las ha llevado a los edificios que copian, aunque no siempre se han expuesto al público como le gustaría. La maqueta de la catedral de Santiago quedó “tirada nun almacén” tras las recientes obras de rehabilitación y la del monasterio de Oia se muestra “case sen luz nin coidados”, lamenta.

Feliciano recogió una mención especial en la gala de los Premios Nigrán en mayo.

Feliciano recogió una mención especial en la gala de los Premios Nigrán en mayo.

Nunca ha pedido nada a cambio por sus obras, tan solo que se enseñen en condiciones. Por el “cariño que lles collo despois de tanto tempo arredor delas e do traballo que me daban”. Y es que algunos de los proyectos le han llevado más de un año, como el de la catedral compostelana. No solo era la construcción. Antes de ponerse manos a la obra viajaba varias veces a cada uno de los modelos y tomaba cientos de fotografías para imitar cada detalle.

Luego llegaba el momento de recopilar el material que le regalaban en carpinterías y que iba reciclando. Planchas de madera y arena soplada centraban las estructuras a las que añadía toda clase de ornamentación en ventanas, puertas, campanarios... “Gustábame que fosen o máis próximas a realidade posible”, explica.

Feliciano muestra la réplica del cablero inglés a bordo del que se inició en el arte de la marquetería.

Feliciano muestra la réplica del cablero inglés a bordo del que se inició en el arte de la marquetería. / MARTA G. BREA

Ahora “falla a vista e a artrose non perdoa” y confiesa que se aburre “bastante” desde que lo ha dejado. Le queda el cariño que hoy le demostrarán sus vecinos y el Concello y el honor de que su nombre figure en el callejero y en la memoria de Camos y Nigrán.

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