Las intensas precipitaciones caídas en la última semana en la comarca del Val Miñor han calado en el embalse de Baíña, en Baiona, como agua de mayo. Hace menos de un mes que dicha presa registraba el peor dato de ocupación del año, por debajo del 30%; y hace dos semanas solo quedaba agua para un mes, no obstante, los datos que manejaba el Concello animaban al optimismo, y así ha sido, pues el último boletín oficial de Aguas de Galicia, emitido el 31 de octubre, cifra el nivel de ocupación del embalse de Baíña en un 85,04%. Hay que remontarse a principios de junio para ver una cifra similar.
La última semana ha sido clave para consolidar su recuperación, pues el informe anterior al último, con fecha de 24 de octubre, estimaba su ocupación en un 46,49%. En solo una semana el pantano ha doblado prácticamente su capacidad, y esto ya ha tenido repercusión a nivel municipal, pues el Concello de Baiona anunció ayer el cese de las restricciones de agua que sufren los vecinos y vecinas de la villa real desde el mes de julio.
En un bando firmado por el alcalde, Carlos Gómez, se informa que “debido a las precipitaciones de estas últimas semanas, el nivel de agua del embalse de Baíña aumentó considerablemente, por lo que se levanta a partir del 1 de noviembre de 2022 las restricciones del uso del agua para baldeo, riego, limpieza de vehículos, etc”. Así, vuelven a estar permitidos los baldeos en calles y el riego de zonas verdes, así como el uso particular de agua más allá del estrictamente necesario, como el llenado de piscinas o el lavado de vehículos, aunque desde la Alcaldía se sigue apelando “al uso responsable por parte de los vecinos de este bien tan necesario”.
Agua marrón
Las lluvias han dejado atrás la sequía que lleva amenazando Baiona durante todo el verano. De hecho, el embalse de Baíña registra actualmente un porcentaje superior al de la media gallega, que está en 63,12%, y se trata también del cuarto mejor dato de ocupación (85,04%) de entre todos los pantanos de Galicia. La recuperación fue evidente el pasado lunes, cuando Aguas de Galicia abrió por primera vez en meses las compuertas de la presa después de que el nivel se situase solo a dos metros del límite.
Además de la sequía, existe desde hace días otra preocupación entre los vecinos y vecinas de Baiona relacionada con el agua, que sale del grifo en un tono marrón. Esto se debe a la cantidad de precipitaciones caídas en la última semana y a una reparación en el sistema de abastecimiento que obligó a acortar el proceso se decantación y filtrado. A pesar de ello, el color marrón del agua es consecuencia de un exceso de minerales, por lo que fuentes municipales aseguran que es apta para el consumo y que la situación será subsanada esta semana.