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Cientos de árboles quemados pueblan Chandebrito cinco años después del gran incendio

El monte comunal ha sido reforestado pero en el privado, la mitad de la parroquia, los troncos amenazan con caerse, algunos junto a viales

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La reforestación de Chandebrito es más que una realidad cinco años después de la tragedia Pablo Hernández Gamarra

Ni rastro de aquel manto negro que dejó la tragedia del 15 de octubre de 2017. A dos días del quinto aniversario, Chandebrito, la zona cero de la peor ola de incendios del área de Vigo, luce un verde otoñal que viste el paisaje de “nueva normalidad”, aunque no puede esconder todavía los angustiosos recuerdos de una noche en la que murieron dos vecinas, Angelina Otero y Maximina Iglesias, y el resto de la parroquia nigranesa temió por su vida. La población trata de pasar página. Nadie puede olvidar aquellos momentos de tensión en que el fuego calcinó dos viviendas y rodeó las demás por los cuatro costados, pero siguen adelante con la mitad del terreno reforestado y la otra mitad todavía en precario. Así lo explica el presidente de la comunidad de montes, Víctor Vidal, quien alerta de los cientos de troncos quemados que permanecen en los montes de propiedad privada, muchos de ellos con riesgo de desplomarse sobre los viales si se presenta un temporal de fuertes vientos. Han sido docenas los avisos al 112 por este motivo en los últimos inviernos.

Son 460 hectáreas las que mide la parroquia: 230 de monte comunal y otras tantas de “tomadas” o parcelas forestales de particulares. Los comuneros han “hecho los deberes”, asegura su portavoz. En colaboración con las administraciones, empresas, organizaciones no gubernamentales y numerosos colegios del entorno han reforestado sus terrenos con 35.000 árboles autóctonos y han reducido la presencia de especies pirófitas como el eucalipto. “Antes de los incendios teníamos un 80% de pino, un 15% de eucalipto y un 5% de frondosas. Se ha invertido más de un millón de euros, 600.000 aportados por la comunidad de montes. Ahora el 30% está repoblado con árboles autóctonos, y el 70% restante se reparte entre un 40% de pino y un 30% de eucalipto. La proliferación del eucalipto se debe a que, al quedar libre de arbolado la superficie de monte comunal, germinó y crece más rápido que el pino”, afirma Vidal. Pero los dueños del resto de terrenos tienen todavía “una asignatura pendiente” con la madera quemada que, rodeada de los eucaliptos que rebrotaron tras el desastre, “es combustible con un poder calorífico tremendo”.

¿Puede repetirse la tragedia?

Según el presidente de los comuneros, “sí podría arder la parroquia, pero los núcleos de viviendas están protegidos”. A lo largo de estos cinco años, la comunidad de montes se ha asegurado, recalca, de crear cinturones de protección alrededor de Igrexa, Tomadas, Pracíns y Rozadas, los cuatro barrios habitados.

La transformación de la parroquia no solo ha sido forestal, sino también cultural. Al perder una de las fuentes de ingresos, la madera, la comunidad de montes ha impulsado, con el apoyo del Concello de Nigrán y la Diputación, proyectos como la excavación del castro o la recuperación del antiguo calvario como atractivos turísticos. Pero también han contado con la colaboración de grupos artísticos como Arte no Queimado, que ha donado esculturas como los pulmones que se han convertido en telón de fondo de miles de selfis sobre la ría de Vigo.

Los nuevos bosques y espacios de visita requieren un mantenimiento que supone 100.000 euros al año a una entidad que obtiene 45.000 por los alquileres de terrenos a un colegio y a una cantera. Sin árboles que cortar para la venta, los comuneros buscan ahora fondos a través del turismo para afrontar los gastos. Preparan rutas de senderismo y merchandising para obtenerlos.

Un bosque dedicado a Ucrania en el 5º aniversario

El sábado será una jornada para el recuerdo en Chandebrito. Para que no se olvide y vuelva a repetirse la tragedia y para “devolver la solidaridad que todo el mundo nos mostró cuando lo necesitamos”, afirma Víctor Vidal. Los actos de conmemoración del quinto aniversario del gran incendio arrancarán a las 17.00 en Chans do Rapadouro, junto al colegio Estudio, con la plantación del Bosque de Ucrania, un espacio con doce sauces llorones, el árbol típico del país invadido por Rusia y una placa en homenaje a sus habitantes. A continuación se inaugurará una nueva escultura aportada por el grupo artístico Arte no Queimado que llama a la reflexión sobre el monocultivo de eucalipto y, después, los asistentes disfrutarán de un ágape.

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