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Los mosaicos de Carmelita

Una jubilada de Nigrán crea murales con motivos miñoranos en su jardín con azulejos reciclados de su empresa familiar

Carmen Souto, con uno de los murales con animales y flores que ha creado en su finca. PABLO HERNANDEZ GAMARRA

A la espera de recuperar su mayor joya patrimonial, el mosaico romano del siglo III de Panxón, Nigrán tiene otras piezas teseladas dignas de visitar. Son contemporáneas y las elabora una vecina de Vilariño en su jardín. Carmen Souto Vidal, más conocida como Carmelita, es la artista que emplea la mayor parte de su tiempo libre en la confección de murales que ya superan los 50 metros cuadrados y que sorprenden a amigos y vecinos.

Modista “de toda a vida” y fundadora con su marido de la distribuidora de materiales de construcción Areeira en la Avenida de Portugal, Carmelita aprovecha a sus 78 años los restos de azulejos de la empresa familiar que ahora dirigen sus hijos para decorar los muros que rodean su casa y su finca. “Cando traballaba gardaba todos os muestrarios, non tiraba nada, e agora teño un montón para partir e colocar”, explica.

La artista se inspiró en el trescandí del estilo Gaudí en un viaje a Barcelona

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Su inspiración está muy lejos de la pieza hallada en el siglo XIX en la antigua ciudadela romana de Panxón, que había permanecido desaparecida hasta que un coleccionista local la encontró hace tres años a la venta en una galería de arte de Nueva York e inició los trámites para repatriarla y devolverla al lugar de donde nunca debería haber salido. A Carmelita se le encendió la bombilla en un viaje del Imserso a Barcelona en 2013. Tras contemplar las coloridas fachadas de las principales avenidas y los muros y figuras del parque Güell del inconfundible estilo modernista catalán del célebre arquitecto Antoni Gaudí, entendió que aquello “quedaría precioso” en su propiedad.

La artista, con el mural del puente románico de A Ramallosa PABLO HERNANDEZ GAMARRA

Así que no lo dudó ni un minuto cuando regresó de la ciudad condal. Se fue a la empresa en busca de material y formación técnica. “Os traballadores explicáronme como tiña que facer”, recuerda. Ahora elige los azulejos según los colores que piden los dibujos que hace su nieta, Antía Fernández González. Los parte con un martillo o con una sierra cuando es necesario y va colocando los trozos con cemento cola. Al finalizar, aplica una lechada para sellar las juntas. “Pasei de non coller unha rebarbadora na vida a cortar como está mandado”, bromea.

Ha reproducido el puente románico e A Ramallosa, con el pazo Cadaval al lado y la isla Insuela al fondo. También ha encontrado espacio para recrear las tres carabelas de la expedición de Colón en un guiño al vecino municipio de Baiona e incluso la iglesia de Santa Cristina de Sabarís. Había confeccionado una imagen de la Virgen del Carmen en una pared “e alguén me dixo que tiña que facer algo para o meu marido, que se chama Cristino. E para que non se celase, fíxenlle a igrexa e máis a santa”, comenta divertida.

Carmelita, en plena faena. | // PABLO HERÁNDEZ GAMARRA Neli Pillado

Un gato escondido entre las piezas

El repertorio incluye escenas tradicionales como la de unas bailarinas con el traje típico y un gaiteiro en proceso de elaboración, un carro de madera cargado de paja, los hórreos de Combarro. e incluso el viejo tranvía que cruzaba la comarca en la primera mitad del siglo XX. El mundo animal también tiene protagonismo en los murales de Carmelita. Ha confeccionado prácticamente todos los presentes en una granja y también algunos salvajes como águilas, elefantes o pavos reales. Hasta el típico toro de Osborne aparece entre sus paisajes, que guardan algunas figuras minúsculas que su hijo Pedro González ha pintado para animar al espectador a encontrarlas. “Sempre lle preguntamos á xente onde está o gato e custa atopalo, non vaias pensar”, apunta con una sonrisa.

Lleva casi diez años con el hobby y cada vez le gusta más. “Non vexo a hora de acabar de comer para vir para aquí”, asegura. Abre la sombrilla los días de sol y no hay quien la pare, ni las prótesis de rodilla. “Cústame agacharme pero o meu home colócame unha corda ben firme por riba das paredes e agárrome para levantarme”, señala. Su plan es continuar “ata que non mire”.

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