Fito Valverde, el humanista apasionado, pisa en su novela póstuma “Memorias de un cangrejo ermitaño” la España de un futuro inmediato, diríamos que simultáneo porque ya está aquí. Cual peregrino camina hacia Etiopía, donde la caída de un meteorito enorme empieza a ser un revulsivo para las conciencias globales descarriadas tiempo ha.

Apunta sus vivencias mientras, desde Gibraltar, un alto funcionario inglés le sigue los pasos y accede al manuscrito del peregrino, por si este fuese un peligro para el planeta.

El romero toma nota de la degradación moral colectiva: unos enriqueciéndose para tener más; otros resignándose para no ser menos.

Toma la Ruta de la Plata en Astorga y ve campos desolados, carreteras rotas, vestigios de antigüedad… civilizada, arquitecturas que se desmoronan, poblaciones que se encierran en sí mismas para defenderse del de afuera. Hay que pagar el portazgo y demostrar que no constituyes riesgo. Espías por doquier.

Se encuentra con el pícaro, se vale del ejemplo y sufre las decepciones del no ducho en esas lides, como de amores fugaces. Ayudar estimula la cocina local, el paisaje abandonado fábricas y tierras de labor improductivas. Reflexiona sobre tanta dejación y tanta miseria.

Le preocupa, por el género humano y por él mismo, que pertenece a la tropa, que hayamos caído tan bajo. De ahí, el revulsivo que ha nacido en Addis-Abeba, exportable al orbe, lo que le emociona cual acicate para la lucha, de momento individual; alienta esa esperanza que le brinda el continente negro.

Allí, una generación nueva, desprendida de egoísmos, se vuelca en la atención social, en el prójimo, y pone en fuga a los desaprensivos gobernantes. Se puede conseguir que la mecha prenda en todas direcciones. Y medita en voz alta que el Creador es Uno con distintos nombres, sobre el Big-Bang.

Metido en Metafísica por el ser humano… casi tiene una noción clara, el concepto aprehendido a través de lo inefable: bueno por naturaleza, malo en la práctica. ¿Novela? Pues sí y por qué no. Fito se ha desnudado púdicamente, por si le imitamos.

Venturoso que el papel del libro haya tenido que venir de Argentina, que el Ayuntamiento de Baiona patrocine la edición, que Fernando Bartolomé haya puesto en valor el texto, puesto que es de recibo. Desde Sabarís para el universo.