La Villa de los Viaductos, en donde los trenes vuelan bajo los aviones de Peinador, la vida navega al compás de las mareas que inundan el Alvedosa, un río que evoca, ya saneado, los colores y estampados de Regojo, alimentadas sus aguas por el Maceiras, llamado así por el rodar de las manzanas entre aguas, linderas a un camino hermoso de naturaleza. Redondela se une a hilos de ilusión, de pueblo que sabe estar a la que se celebra en el Carnaval, de invierno y verano, en las Fiestas del Choco, en la Coca, en las romerías de sus 14 parroquias o en el Festival Internacional de Títeres, que alcanza su vigesimotercera edición. Lo hace bajo un carballo o en unas islas –San Simón y San Antonio–, en el mar o en los furanchos, también en la buena mesa de sus establecimientos gastronómicos y tabernas. Aún en los peores tiempos, los redondelanos han sabido celebrar la vida como pocos, en los casinos, entidades recreativas en la misma calle o en cada casa.

Érase una vez que en estos días, en Redondela, toca lo que toca, y por arte de birlibirloque, entre el 12 y el 17 de mayo, se abren cientos de pequeños teatrillos, de estaribeles con teloncillos, tenderetes de ilusiones. En ellos caben actores, intérpretes con alma de niños, que dan vida a muñecos con alma de titiriteros. Vidas y afanes, realidad y fantasía, entreverados por verdades a medias o sencillamente inventados, protagonizados por hermosas princesas y fieros dragones, payasos y guerreros salvadores, exploradoras y malabaristas. La inocencia intencional, guionizada, se hace espectáculo admirable. Por unos días mágicos, el arte sublime de lo pequeño nos hace grandes, sin más pantallas por medio que nuestros admirados ojos, sin más fronteras que la imaginación. Un divertido juego de espejos propensos a la participación interactiva de todos los públicos.

Se rendirá homenaje a Tanxarina, una compañía de teatro de títeres choqueira, con de 40 años de trayectoria artística, algunos de cuyas escenografías se muestran en el comercio local (Copy Redondela, Coser e Cantar, Pastelería Filo, Café da Vila, Fotografía & Audiovisual Cal 3, Barbería Juan Crespo, Tien-21, Librería La Imprenta y DiscoTasca, además de una instalación en el antiguo Kiosko Mariona). Eduardo Rodríguez Cunha “Tatán”, Miguel Borines Fernández y Andrés Giráldez Río jalonan una trayectoria incomparable en el mundo titiritil, esperpéntico a veces, manipulador casi siempre, bambalinesco, en lo esencial, festivo.

Hay que predisponer las ilusiones para viajar al mundo de la fantasía, tan lejos como cada uno sea capaz en pos de momentos de felicidad, para regalar a los más pequeños ese imaginario en el que desarrollar una vida plena, libre, feliz. Como dejó escrito Jules Renard (1864-1910); escritor y dramaturgo francés:“¿Qué es nuestra imaginación comparada con la de un niño que intenta hacer un ferrocarril con espárragos?”. No sabía que en un pueblo de Galicia, además, la creatividad de los infantes los eleva hasta planear en el cielo, sobre los puentes.

En Redondela todo puede ser magia, cada corazón está invitado a darle sentido a las cosas extrañas o no tanto, a dejar alzarse a las cometas de los sueños, a viajar sin moverse del lugar, sin ton ni son, en una convivencia bailable al ritmo de una banda de música, de una rondalla, o de una orquesta de saxos, mientras una coral entona una muiñeira para que la baile el grupo de danzas, o permanezca en silencio para que la Danza de las Espadas honre al Altísimo. Todo es posible en el respeto, en la villa que permanecerá encantada por unos días en el embrujo de un mundo de muñecos del Este y del Oeste. Abracadabra, que comience el espectáculo.