El gobierno de Tomiño dio luz verde en el pleno de esta semana a un expediente de modificación de créditos de más de 660.000 euros de los cuales 140.000 serán destinados a obras de eficiencia energética en la conocida popularmente como “Casa da Teonila”. Situada junto a la plaza de Goián, justo frente a la iglesia, el Concello la adquirió hace tiempo con el objetivo de preservar la arquitectura del inmueble, inspirada en el estilo indiano, y también la del conjunto, del que forman parte las antiguas escuelas, convertidas hoy en el aula-museo Antonio Fernández.
Además de eso, el gobierno local apuesta por mantener el nombre de la casa como una forma de preservar el patrimonio inmaterial de la parroquia y su singular identidad. La construcción, levantada en los primeros años del siglo pasado, pertenecía a Teonila Fernández Costa, casada con Jorge Covelo, natural de Lanhelas (Portugal). Tiene dos plantas, en las que antiguamente había una cocina y comedor abajo, y cuatro habitaciones y baño en la parte superior.
La madre de Teonila, conocida como A Cazola, nació en San Xoán de Tabagón (O Rosal) y le dejó esta casa en herencia, donde vivió desde pequeña hasta su muerte, hace ya varias décadas. Teonila y Jorge compartieron la vivienda con su única hija Idalia y sus tres hijos: Nicolás, Jorge y Yolanda. El segundo recuerda perfectamente cómo era la vida en los largos años que vivieron todos juntos. “Mi abuela era una mujer de mucho carácter, muy recta pero también cariñosa; una mujer de su tiempo, acostumbrada a llevar a casa sin ayuda de los varones”, comenta su nieto, Jorge Álvarez, dueño de la única mueblería de la parroquia, heredada de su padre.
Orgullo de que mantenga el nombre
Jorge Álvarez Gómez, uno de los nietos preferidos de Teonila, siente mucho orgullo de que se conserve el nombre de la casa de su abuela y agradece la decisión del Concello de mantener el inmueble tal como era en su origen. Sobre todo después de la remodelación reciente llevada a cabo en el núcleo urbano de la parroquia de Goián, en la que el conjunto histórico luce de otra forma.
Jorge Álvarez recuerda con mucho cariño a su abuela, a la que describe como una persona muy trabajadora y emprendedora que se ganaba parte del sustento con el contrabando de tabaco a través del río Miño, una fuente de ingresos de la que vivía la mayoría de la población en los duros años de la posguerra. Recuerda también lo buena que fue con él y con el resto de sus hermanos, cuando murió su madre Idalia, con tan solo 39 años, dejando a su marido y a los tres niños pequeños huérfanos. Muchos recuerdos de aquella época tan distinta a esta que revive cada día, cuando ve la casa en la que nació y en la que se crio y que ha sido tan importante para su familia.
