María Luisa Gondell Soliño, de 38 años, circulaba a 61 kilómetros por hora con su Citroën C-4, cuando a las 21.56 del 19 de marzo, hace hoy 8 meses, se dirigía a su casa en Salvaterra por la PO-510 de Porriño a Salceda. Había toque de queda y estaba en el límite pero ni así pisaba el acelerador pues viajaba con su hija y su hijo, de 13 y 6 años, respectivamente.
En el llamado Alto da Brava (punto kilométrico 5.700), se encontró con un vehículo de frente que no debía estar allí. Era un Renault Megane conducido por un joven porriñés, A.L.R. de 32 años, que circulaba, según los datos del expediente judicial, totalmente por su izquierda, a una velocidad de 128 kilómetros por hora, 38 kilómetros por hora por encima del límite de la vía, y con un total de 02,49 gramos de alcohol por litro de sangre, multiplicando casi por cinco la tasa permitida, de 0,5 g/l alcohol en sangre. María Luisa, su hija y su hijo murieron en el acto y el otro conductor resultó herido muy grave, con secuelas que probablemente le acompañen toda su vida.
El Juzgado de Porriño ultima las diligencias para juzgarlo. Uno de los últimos documentos en tener entrada ha sido el informe del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de la Guardia Civil, que se trasladó desde Madrid y que, según informan fuentes jurídicas, “no deja lugar a dudas”.
Del expediente judicial también forma parte una investigación sobre la tarde en la que el porriñés pasó por los bares de Salceda, que lo califica de persona no apta para coger el coche de regreso a casa aquella tarde, cuando los establecimientos de hostelería cerraban atendiendo a las normas de restricciones por el COVID 19, en vigor entonces.
La colisión
Según indican fuentes de la investigación, el informe de la Guardia Civil indica que, a partir del análisis en conjunto de los indicios que dejó el accidente y de los desperfectos de los vehículos implicados, se puede afirmar que la colisión tuvo lugar en el carril izquierdo, al circular el vehículo Renault Megane en sentido contrario.
Con la fuerza del choque los coches se desplazaron hasta el centro de la calzada quedando separados, uno de otro, varios metros. En aquel momento el punto donde quedaron los coches generó bastante confusión lo que hizo necesario que se desplazase el equipo especializado de Madrid, que ya realizó otros informes en la provincia de Pontevedra en accidentes de gravedad similar.
Los especialistas de la Guardia Civil de Tráfico determinan que la conductora del C-4 se percató de la presencia anómala del Megane y realizó una maniobra de giro a la izquierda para evitar la colisión. Al mismo tiempo, los datos parecen indicar que el conductor del Megane intentó volver a su carril para evitar la brutal colisión que acabó con la vida de una madre y sus dos hijos.