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Mondariz recuerda su día oscuro

Un homenaje rinde tributo a los 6 vecinos del Baixo Miño pasados por las armas en la curva del matadero mondaricense en 1936

Domingo Páramos Núñez, Francisco Rodríguez Otero, Hipólito Gallego Camarero (con su compañera, Josefa García Segret) y Manuel PIñeiro Zúñiga.

Los ecos de los disparos franquistas que recibieron seis defensores de la República el día 4 de octubre de 1936 se escucharon en Mondariz. Las balas tenían los nombres de Domingo Páramos Núñez, conocido como “O ferreiro de Caldelas” y concejal en el municipio tudense con la bandera tricolor; Manuel Pérez Besada, vecino de Guillarei; Francisco Rodríguez Otero, secretario del juzgado de Tomiño; Hipólito Gallego Camarero, profesor en la parroquia de Forcadela; Manuel Piñeiro Zúñiga, trabajador industrial en Tomiño y Fernando Rubio Estévez, vecino, al igual que Pérez Besada, de Guillarei. Todos ellos comparten el mismo final: ser fusilados en la curva del antiguo matadero de Mondariz y terminar en una fosa común en el Valle de los Caídos.

Así, para que su nombre no se borre de la historia, la plataforma Condado Antifascista organiza un homenaje para “dar protagonismo y voz a quienes no pudieron tener el desahogo de la justicia” porque “no se trata de abrir heridas, sino de cerrarlas”, según cuenta uno de los organizadores, Mauro Chivite.

El historiador Ángel Gallardo explica que el secretario del juzgado de Tomiño, Francisco Rodríguez Otero, ingresa en el seminario de Tui, convertido en una cárcel para represaliados, pocos días después de que los franquistas lo detuvieran el 29 de julio. Dos meses más tarde coincide con Hipólito Gallego Camarero, Manuel Piñeiro Zúñiga, Domingo Paramos Núñez y Manuel Pérez Besada cuando se produce una “saca de presos”, es decir una salida masiva de represaliados de las cárceles con el objetivo de ejecutarlos.

En el caso de Rodríguez Otero, Gallego Camarero y Piñeiro Zúñiga participaron en los Comités de Defensa de la República. El primero de ellos con una gran importancia en el municipio pues, además de ser secretario, era miembro de la comisión escolar de la escuela donde Antón Alonso Ríos era profesor.

Todo cambió cuando los sublevados dieron un golpe de estado contra el gobierno de la tricolor y Rodríguez Otero decidió entregarse a la policía lusa. El país vecino acabó por deportarlo. Los tres fueron acusados de participar en la resistencia de la comarca del Baixo Miño. En concreto, los acusaron de atentar contra dos puentes, uno de ellos, en la parroquia de Tebra, “aunque todo apunta a que fue un montaje y con la excusa de sacarlos de la cárcel para que, supuestamente, le enseñaran donde estaban los explosivos, aprovecharon para fusilarlos”, según cuenta Chivite.

Los seis hombres fusilados tenían otro rasgo en común y es que la mayoría de ellos pertenecían al Agrarismo “por lo que resulta muy significativo que escogieran Mondariz para fusilarlos, un pueblo donde estaba muy arraigado el movimiento”, dice Mauro Chivite, “parece que lo escogieron a propósito, como si fuera ejemplarizante”.

A las seis de la mañana en Mondariz el día se oscureció. Las aspiraciones de libertad de los seis represaliados pasaron a formar parte de una fosa común para, más tarde, permanecer en otra, en el Valle de los Caídos, junto a su verdugo. La familia de Domingo Páramos solicitó el apoyo al Ayuntamiento de Tui para recuperar su cuerpo. En el acto participarán la alcaldesa de Tomiño, Sandra González, y el regidor de Mondariz, Xosé Emilio Barros, entre otros, además de familiares de las víctimas. El homenaje se celebra el 3 de octubre a las 12:00 horas.

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