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Borreiros pide socorro

Numerosas pintadas anónimas claman por la seguridad para los peatones en la carretera alternativa a los atascos de A Ramallosa

Una de las pintadas sobre la calzada. Vial junto a la guardería. // | A. PINACHO/J. LORES

Caminar por la carretera de Borreiros es deporte de riesgo y la lucha de los vecinos por aceras o arcenes seguros sigue sin dar sus frutos dos años después de las últimas movilizaciones. Pese a tratarse de un vial rural de 5 metros de ancho, registra una densidad de tráfico propia de uno urbano que crece cada día. Han sido varios los accidentes en la zona y un grupo de residentes recogió hasta 700 firmas en septiembre de 2019. Llegaron a obtener un compromiso del gobierno municipal de buscar una solución, aunque fuese a largo plazo. El hartazgo de la espera ha llevado a algún anónimo a manifestar la preocupación vecinal a través de unas pintadas sobre el asfalto. “SOS PEÓNS” puede leerse cada cincuenta metros del tramo de 1,8 kilómetros que discurre desde el cruce de O Telleiro hasta el puente de A Ramallosa.

Borreiros pide socorro

“Ir a pie por aquí sigue siendo un peligro. Te juegas la vida. No se puede circular con carritos de bebé ni mucho menos”, comentan Miguel García y Marcos Expósito, portavoces de los cientos de afectados que retomaron antes de la pandemia unas reivindicaciones que ya eran viejas. Niegan cualquier vinculación del grupo con los textos reivindicativos sobre la calzada, pero comprenden que “la gente está harta”. En cualquier caso, llaman a la calma y esperan que el alcalde, Paco Ferreira, cumpla con lo acordado y les presente a lo largo de este mes el anteproyecto comprometido para habilitar espacios para los viandantes, “para que la gente pueda ir tranquilamente a hacer sus recados a pie”.

Y es que muchas de las casas de Borreiros se sitúan a pocos metros del centro urbano de A Ramallosa, donde disponen de comercio variado y todo tipo de servicios. Pero se ven obligados a coger el coche por seguridad. El vial es un hervidero todo el año. En verano, son cientos los conductores que evitan por allí las caravanas. Durante el curso escolar, la guardería San José mueve también decenas de vehículos que llevan y recogen a los 300 alumnos de la escuela infantil San José. Lejos de ver una salida, la situación puede empeorar, advierten los representantes vecinales, que cuentan con el respaldo de la asociación de vecinos San Martiño de Borreiros, según confirman sus dirigentes, “desde el minuto uno”.

Serán cada vez más los vehículos que frecuenten la parroquia. La congregación de las Misioneras de María Mediadora, titular de la guardería, construye un centro de día para personas mayores. Son además numerosas las viviendas en obras y en proyecto en la parroquia. “El crecimiento de Borreiros es tremendo y el acceso sigue siendo el mismo”, lamentan.

Los planes del gobierno municipal para la zona pasan por “trazar una senda peatonal para la que habrá que determinar los retranqueos y afecciones a terrenos particulares, además de acondicionar cunetas para el correcto desagüe de pluviales, pasos de cebra y sistemas de reducción de la velocidad”, señalaba el alcalde, Paco Ferreira, hace un año. Aseguraba entonces haber encargado un borrador para plasmar la idea sobre el papel y advertía de que las obras se retrasarían en función de la búsqueda de la financiación.

Los portavoces de los afectados son conscientes de “que será un proyecto muy costoso” y entienden que se demore. Pero reclaman al gobierno local que le dé prioridad “porque se trata de seguridad para los vecinos” y que, si es necesario, se lleve a cabo por fases para aplazar los costes.

Este diario trató de obtener información actualizada sobre las gestiones del gobierno municipal al respecto sin obtener respuesta.

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