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Fernando beltrán n | Poeta y nombrador

“La medicina me salvó, pero la poesía me curó del COVID”

Recita en Tui, por primera vez en Galicia, su último poemario, “La curación del mundo”, que escribió tras superar el coronavirus

El poeta asturiano Fernando Beltrán. / Xoán Álvarez

El poeta y nombrador Fernando Beltrán (Oviedo-1956) es un fiel defensor de que la poesía son abismos y bellezas; y en el último año y medio de pandemia, no ha faltado ni una cosa ni la otra. El abismo, representado por la soledad y la enfermedad, y la belleza, en forma de salvación. Beltrán ha estado en los dos lados de la balanza, pues en marzo de 2020 experimentó en sus propias carnes la crueldad del COVID-19, que lo llevó a estar hospitalizado en el momento de mayor incertidumbre. Fue precisamente al ver amanecer desde la cama del hospital en su noche más crítica, cuando escribió en su cabeza los primeros versos de su último libro La curación del mundo, que recitará esta noche en el Festival Música no Claustro de Tui. Será su primer recital en Galicia y lo hará acompañado por el contrabajista vigués Saúl Puga.

Apoyo en las metáforas

“Nunca, la luz del día, tanta luz” decían aquellos primeros versos. “La medicina me salvó, pero la poesía me curó”, confiesa el escritor, que escribió el resto de poemas ya en casa, durante el proceso de recuperación. “Me ayudó a salir adelante; me apoyé en las metáforas, como la cara de sufrimiento de los ciclistas antes de llegar a la cima de la montaña. Yo me agarraba a los hierros de la cama como el ciclista al manillar; tenía que llegar arriba”, rememora Fernando Beltrán, que no puede evitar emocionarse al hablar de “Tacto”, el poema que escribió evocando a las enfermeras. “De repente, unos guantes de plástico se convirtieron en algo hermoso porque eran el único contacto con el mundo”, relata.

Beltrán ha logrado representar la soledad, el silencio, la inseguridad y el dolor de todo lo vivido este último año sin nombrar ni en un solo momento el COVID. Pero, La curación del mundo también está lleno de esperanza e ilusión, pues “es una reflexión sobre la vida y el paso del tiempo”, dice el autor, que además de poeta es “nombrador”. En este sentido, a título personal, ha bautizado esta etapa como “vivirus”: “aprender a convivir con el virus”, explica, haciendo hincapié en cómo las palabras han cambiado su significado. El ejemplo más claro es “negativo” y “positivo”, que han pasado a tener connotaciones completamente opuestas. “Qué contentos nos ponemos cuando nos dicen que somos negativos”, bromea.

Inventor de palabras

Con todo, de todas las palabras que ha inventado, cita con gran cariño “lloviedo”, original manera de llamar a su Oviedo natal; aunque, sin duda, la que le cambió la vida fue “Amena”, nombre que creó para la empresa de telefonía móvil a finales del siglo XX. Otros vocablos inventados por él y convertido en éxitos son “Rastreator”, “Faunia”, “Opencor” o “La casa encendida”. No obstante, tras 30 años de trayectoria profesional como “nombrador”, como le gusta llamar al oficio, todavía no había oído hablar de “Galifornia”. “De pronto me parece estupenda”, valora entre risas Fernando Beltrán en su entrevista con este periódico.

Hoy, a las 21.30 horas, sus versos resonarán entre las cuerdas del contrabajista Saúl Puga, en un concierto en la catedral de Tui para el que todavía quedan entradas. Además de La curación del mundo, Beltrán también deleitará al público con alguno de los poemas de sus veinte libros anteriores. Y es que, la trayectoria profesional del poeta es dilatada; y su vida, apasionante. El mismísimo escritor y filólogo Dámaso Alonso, por aquel entonces ya director de la Real Academia Española, se presentó por sorpresa como padrino de su boda.

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