El archivo de la Catedral de Tui tiene auténticas joyas históricas de todo tipo, documentos y piezas únicas que prácticamente no se pueden ver en ningún otro lugar del mundo. Es el caso de un fagot de la primera mitad del siglo XVIII y que tiene unos trescientos años de antigüedad. Fue fabricado por el conocido constructor y músico italiano de instrumentos Carlo Palanca, uno de los más importantes de la época. Los historiadores han confirmado que solo existen en el mundo tres fagotes de madera de arce como este, a caballo entre el estilo clásico y barroco, y uno de ellos está en Tui. Obviamente, al ser tan antiguo, le hace falta un importante lavado de cara. La idea del archivo diocesano es restaurarlo ya que ahora mismo es inutilizable, porque le falta el tudel y tres de las cinco llaves originales, y poder exponerlo en un futuro en su museo para disfrute de los visitantes.
Ayer precisamente estuvo en el archivo catedralicio tudense Oli Xiráldez, estudioso y constructor de instrumentos musicales de viento. Comprobó el estado del fagot, tomó las medidas y recopiló toda la información posible con un objetivo: reproducir, a título particular, una copia exacta del instrumento. ¿Y cómo consiguió la catedral de Tui un elemento tan preciado y casi único en el mundo? “En el siglo XVIII el obispado tudense tenía un gran poder, con importantes contactos en Inglaterra e Italia”, apunta Xiráldez. Precisamente el archivo también cuenta con un oboe que llegó antes de 1733, fabricado por Thomas Stanesby. Está en la vitrina del museo y solo hay otros ocho catalogados en diversas colecciones por todo el mundo.
La Catedral tudense es un auténtico templo de tesoros musicales. Dos de los más emblemáticos son los dos órganos, presentes desde inicios del siglo XVIII. Uno está ubicado en el lado de la epístola y se restauró a finales del siglo XX, mientras que el de la parte norte permanece mudo, esperando que algún mecenas se interese por su recuperación, pues las posibilidades económicas de la diócesis son “insuficientes”. Y es que con el paso de los años, los órganos de la catedral tudense, como los de las demás, se ven afectados por graves degradaciones causados por las lechuzas o los ratones, que deterioran los tubos y el mueble. La humedad, por su parte, daña los fuelles y los portavientos, elementos fundamentales del instrumento, por lo que se requiere una vigilancia continua de los cambios bruscos de temperatura.
Estos órganos tuvieron su época de gloria desde el siglo XVIII hasta 1925, año en el que dejó de existir la orquesta de la Catedral. “Tenía que resultar indescriptible la solemnidad de una celebración litúrgica cuyas partes musicales eran interpretadas armónicamente por la orquesta y la sonoridad de los dos órganos”, asegura Avelino Bouzón, canónigo archivero del conjunto catedralicio tudense.
En efecto, su apogeo comenzó a declinar ya antes del año 1925, cuando el cabildo, por falta de medios, decidió suprimir la orquesta catedralicia, desapareciendo con ella la capilla de música. En esta época precisamente era maestro de capilla Manuel Martínez Posse, “maestro de los grandes maestros de Tui”, autor de composiciones muy populares como el Himno a San Telmo y el comúnmente llamado Himno del Seminario.