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Crece la cantera del rock miñorano

La escuela Gain Over incrementa un 30% sus alumnos en pandemia y alcanza ya los 140

Alumnos de la escuela nigranesa en el festival fin de curso. | // PACO DICENTA

Míticas bandas como Dakidarría, Ragdog, parte de The Soul Jacket o solistas como Iván Ferreiro despegaron en la comarca del Val Miñor. “Aquí hay un talento especial para la música. Siempre hubo buenos grupos pero faltaba un poco de empuje de las nuevas generaciones”. Esa fue una de las razones por las que David Prego, bajo de Blue Monk, su hermano Pablo, guitarrista en el mismo conjunto, y Alejandro Vilas, batería de Holywater, fundaron hace ocho años la escuela de rock Gain Over en Nigrán. Toda una revolución en la enseñanza musical a partir de los 3 años de edad que ha logrado triplicar el número de alumnos desde sus inicios. Son ya 140. ¿Por qué tanto éxito? Los siete docentes que imparten clases son integrantes de exitosas formaciones y su motivadora metodología pone a tocar a los aprendices desde el primer día.

"La música tiene que ser como un juego, algo que quieras hacer"

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“La música tiene que ser algo divertido, como un juego, algo que quieras hacer”, explica David Prego. Él mismo es profesor de conservatorio pero reconoce que el sistema convencional “nunca” le gustó. “En los centros oficiales los alumnos basan la práctica en la lectura de las partituras sin saber cómo suena. Aprendemos a leer y escribir después de saber hablar y por eso basamos la formación en la práctica”, apunta. Y es que “la esencia del rock es tocar en grupo”, por eso dan clases de guitarra eléctrica, batería, bajo, teclado y voz y luego forman los grupos. “Los niños aprenden a tocar y luego tienen sus bandas para versionar canciones conocidas, componer sus propios temas, improvisar...”

Los profesores de Gain Over: de izquierda a derecha, Pol, David Prego, Noelia Álvarez, Alejandro Vilas, Javier Lemos, Xavier Viéitez y Pablo Prego. | // P. D.

“La música tiene que ser algo divertido, como un juego, algo que quieras hacer”, explica David Prego. Él mismo es profesor de conservatorio pero reconoce que el sistema convencional “nunca” le gustó. “En los centros oficiales los alumnos basan la práctica en la lectura de las partituras sin saber cómo suena. Aprendemos a leer y escribir después de saber hablar y por eso basamos la formación en la práctica”, apunta. Y es que “la esencia del rock es tocar en grupo”, por eso dan clases de guitarra eléctrica, batería, bajo, teclado y voz y luego forman los grupos. “Los niños aprenden a tocar y luego tienen sus bandas para versionar canciones conocidas, componer sus propios temas, improvisar...”

Casi todos los aprendices de rockeros han debutado ya ante el público en sus propios festivales fin de curso y en conciertos por la zona. Mañana viernes tocarán a las 13.00 en la iglesia de Santiago de Parada, un acto programado en el marco del festival Vive Nigrán, que tendrá lugar este fin de semana en el campo de Lourido.

Todo esto no quiere decir que en la escuela Gain Over no se aprendan las bases. “Enseñamos a tocar de oído, escuchando a los grupos favoritos y después explicamos la teoría que hay detrás, la armonía, el lenguaje musical, los elementos que están detrás de una composición. Los niños son esponjas y aprenden todo por imitación, por eso tratamos de tener en la escuela los mejores instrumentistas, para que tengan los mejores ejemplos”, recalca el profesor.

Uno de los grupos de Gain Over en conciertos de la escuela en Lourido. | // PACO DICENTA

A los tres fundadores del centro se suman en el claustro Noelia Álvarez, que toca en Two in the Mirror y Aretha Franklin Tribute; Xavier Viéitez, teclado de The Soul Jacket; Pablo Leyenda, Pol, de Granjahr Family, que imparte canto y producción musical; y Javier Lemos, Pavi, profesor de bajo que formó parte de la banda Voltaica.

El cada vez más especializado elenco de maestros contribuyó al despegue de la escuela durante la pandemia, igual que “la falta de actividades extraescolares en los colegios”. Casi un 30% se ha incrementado la matrícula en el último curso. “Pasamos de 110 a 140 alumnos”, señala Prego.

El crecimiento es un “gran orgullo” para los profesores, pero todavía lo es más hacer cantera. “Van saliendo de aquí nuevos valores, como los baioneses The Mirror, Irene Táboas... Ahora hay un grupo de 7 u 8 chicos y chicas de 25 años que están haciendo cositas y eso es una gran satisfacción para nosotros”.

Los bafles seguirán rugiendo en Nigrán, como indica el propio nombre de la escuela, bautizada Gain Over con “doble sentido”: como guiño al término que se utiliza para denominar la señal que entra en el amplificador y en referencia a las “maquinitas”. “Hay futuro y la música”, insiste Prego, “debe ser un juego”.

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