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Prado dice no al derribo de su centro vecinal

El Obispado, titular del terreno, promueve la demolición para cumplir la orden de la Xunta y el barrio de Morgadáns inicia hoy las protestas a las 11.00 ante el Concello de Gondomar

Un centenar de personas se reunieron ayer para emprender la lucha por la casa vecinal. | // ALBA VILLAR

En la aldea de Prado, en la parroquia gondomareña de Morgadáns, viven en torno a doscientas personas. Todas se conocen y comparten vivencias en un centro vecinal que ellas mismas han ido construyendo a lo largo de los años, poco a poco, a medida que reunían dinero y sus obligaciones laborales les dejaban tiempo libre para dedicárselo a levantar una pared, llevar a cabo un alicatado, colocar tejas... La comisión de fiestas de turno, por la que van pasando todos los habitantes del lugar, se encarga de la cantina que, además de recaudar fondos para los festejos populares de San José y la Soledad, ofrece un espacio donde tomar algo o jugar una partida de cartas, futbolín, un televisor, una cocina para las churrascadas y otros manjares, una sala para celebrar cumpleaños o cualquier fiesta familiar... Es el único punto de encuentro en un rincón del rural con escasa oferta de ocio para cualquier edad. “Si nos quitan el local, se acabó el pueblo”, sentenciaban ayer los vecinos, reunidos para tomar medidas contra el inminente derribo del local.

Es el único punto de encuentro en un rincón del rural con escasa oferta de ocio

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La caseta, de planta baja, mide 250 metros cuadrados y se ubica en terrenos de la Diócesis Tui-Vigo, en el atrio de la capilla de San José. Su construcción arrancó hace unos quince años como ampliación de una antigua cubierta parroquial. Se hizo sin licencia y por ello tiene orden de derribo de la Axencia pola Protección da Legalidade Urbanística (APLU) de la Xunta. Tras a pagar hasta dos multas coercitivas de 1.000 y 2.000 euros, el Obispado ha decidido poner en marcha la demolición y ya tiene permiso municipal para llevarla a cabo.

El derribo arrancará el próximo 19 de julio, según confirma el párroco, Antonio Lago. Y los vecinos tienen de plazo hasta ese día, una semana, para retirar todo del interior, desde el mobiliario a la cafetera, neveras, etc.

Vecinos en la cantina habilitada en el local. // Alba Villar

Para tratar de salvar el local, más de un centenar de ellos se encontraron ayer allí mismo. Solo les queda protestar para conservar “un centro que hicimos entre todos con todo el esfuerzo del mundo para que ahora vengan las autoridades y nos lo tiren abajo”. Hoy mismo inician las movilizaciones con una concentración a las 11.00 ante el Concello de Gondomar, en plena romería de San Benito.

"Si nos quitan el local, se acabó el pueblo", sentencian los afectados

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Son conscientes de que el inmueble es ilegal pero denuncian que “ninguna Administración ha hecho nada por legalizarlo, cuando era posible hacerlo”.

El Concello de Gondomar y la Entidade Local Menor de Morgadáns lo han intentado, según aseguran el alcalde, Paco Ferreira, y el presidente, Alfonso Misa. La solución pasaba, explica el regidor, por tramitar un plan especial urbanístico para dar encaje legal a la cantina y a las pistas deportivas de al lado como espacio lúdico. “Encargamos un proyecto a un arquitecto incluso”, asegura Ferreira. El regidor se reunió en Santiago con representantes de la APLU acompañado de vecinos y allí se llegó a esa conclusión para resolver el problema.

Concello y Obispado aseguran querer salvar el inmueble, pero no se ponen de acuerdo

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Pero era necesario traspasar la titularidad de los terrenos de la Iglesia a la Entidade Local Menor, indican tanto Ferreira como Misa, que afirman haber propuesto a la Diócesis permutarlos por unos metros cuadrados ante la fachada de la iglesia. “Pero el Obispado no contestó y presentó el proyecto de demolición directamente”, lamentan.

El párroco asegura que la Diócesis “no quiere derribar la caseta porque es un sitio de referencia para los vecinos”, pero insiste en que “no le queda más remedio que cumplir con la orden de la Xunta.

Un momento de la reunión de ayer para concretar las movilizaciones en defensa del local. // Alba Villar

En medio del conflicto se sienten los afectados, que reclaman tanto al alcalde, como al pedáneo, como a algún representante del Obispado “que dejen de pasarse la pelota” y se presenten en el local “para explicar a los vecinos la verdad”. Instan en particular a Ferreira a “dar la cara” después de “haber prometido en campaña electoral que la caseta no se tiraba”.

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