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Unos quintillizos extraordinarios y no solo por el número

La madre y los corderos recién nacidos. Marta G. Brea

Tienen cinco días de vida y ya se han convertido en las estrellas de la parroquia gondomareña de Vilaza. Niños y mayores del entorno los visitan. Para unos son tan blanditos y entrañables como sus peluches favoritos y para los otros, casi un milagro. Son los corderos de José Quintas y Delia Alborés. Nacieron la madrugada del pasado jueves 22. Cinco en el mismo parto. Algo extraordinario en el caso del ganado ovino, cuyos alumbramientos habituales acaban con dos recién nacidos, tres en ocasiones. “Nosotros nunca habíamos visto una cosa igual. Hemos tenido ovejas toda la vida y alguna vez han nacido tres, pero cuatro nunca y mucho menos cinco”, explica el propietario.

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Los quintillizos de Gondomar Marta G. Brea

Llevaban días pendientes del nacimiento. La madre tenía “la barriga muy grande”, por lo que sus dueños esperaban que “trajera tres corderitos”. La sorpresa se la llevaron nada más despertarse el día del alumbramiento. Se encontraron con las cinco crías junto a su madre, aunque una de ellas apenas sobrevivió unas horas después de nacer.

Tan solo 24 horas después del asombroso parto, nacieron otros dos borreguitos de otra de las ovejas del matrimonio. Los seis corretean por la finca buscando su sustento. Todavía les llega la leche materna pero Delia y José se preparan para dar biberones en breve. “Aunque los intentemos repartir entre las dos madres, la naturaleza manda y cada una alimenta a los suyos. No aceptan a los que no han parido”, explica José. 

La madre y los recién nacidos Marta G. Brea

El rebaño se ha duplicado en apenas 24 horas y su capacidad “cortacésped” también. “Siempre tenemos unas seis o siete ovejas y un carnero, un rebaño pequeño”, indica José. Delia es quien se encarga de cuidarlas normalmente, aunque huye de las cámaras. Crían para el consumo doméstico y reparten con hijos, nietos y allegados. “Somos muchos de familia”, señalan. Pero la principal función de las ovejas de la pareja gondomareña es mantener la hierba a raya. “Son nuestras desbrozadoras”, bromea José. Y es que la finca donde pastan es grande, de unos 25.000 metros, y “sale mucho más caro contratar a quien la limpie que tener los animales”, explica. Ahora, con una docena de animales, “no va a haber hierba que les llegue”, ríe el dueño. Tendrán que incrementar la compra de piensos y alpacas con que complementan habitualmente su alimentación.

José Quintas muestra dos de los borreguitos. Marta G. Brea

Los animales domésticos forman parte de la vida de José.  “Yo siempre he sido de campo. Soy nieto e hijo de labradores”, recuerda. Él también lo fue hasta que montó un consolidado negocio de materiales de construcción en el centro de Gondomar, en la calle Elduayen.

El establecimiento no es obstáculo para continuar con la vida rural, que es su pasión, gracias a su mujer, insiste. A las ovejas suman gallinas, pollos, un cerdo y cultivos diversos. “No tengo caballo porque no tengo tiempo de cuidarlo como de be ser”, añade.

Todavía son muchos los miñoranos que se autoabastecen gracias a sus cuadras y sus huertas y preservan la esencia rural de la comarca en las parroquias de Gondomar, Nigrán y Baiona.

“Es extraordinario tanto el número de crías como que la madre pariese sola ”

Antía Chamorro - Veterinaria

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De “totalmente extraordinario” califica la veterinaria gondomareña Antía Chamorro Misa el parto múltiple de la oveja de José Quintas. La profesional atiende toda clase de ganado en la zona y jamás se ha encontrado con tantas crías en un único alumbramiento, pero igual de excepcional le parece el hecho de que “la madre pariese sola”.

“Cuando vienen tantos, lo normal es que haya que ayudar porque vienen mal colocados o por cualquier complicación”, explica la experta, que augura un gran trabajo a los propietarios para alimentar y cuidar a los borreguitos. 

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