Tomiño vuelve a estar presente en los premios más importantes de fotografía de España. Y es que Pily Reñones, natural del municipio, ha sido nominada por segunda vez a los Goya de fotografía, en este caso en la categoría de Gráfico Documental. La obra que aspira al premio surgió una tarde cuando una amiga le presentó a su abuela Virginia, una señora llena de vida a sus 92 años que regentó una tienda de ultramarinos que ya había heredado de sus padres en una parroquia de Ponteareas. Así, “en una tarde de risas y cientos de conversaciones”, la fotógrafa inmortalizó el local y la alegría que transmitía Virginia detrás del mostrador en el que tantas horas y años pasó. Un local de ultramarinos que Pily Reñones logra plasmar como lo que un día fue, y las miles de historias que viven entre sus cuatro paredes.
Lo que no sabían ni Virginia, ni Pily era que aquel clic de cámara pudiera derivar en la nominación como la mejor fotografía de España. “Agradezco a Virgina su sonrisa y solo deseo que la pandemia me deje hacerle una visita y darle el abrazo que tanto deseamos”, afirma la fotógrafa tomiñesa.
Pily Reñones ya tiene varias distinciones a cuestas. Este año, sin embargo, no podrá disfrutar la gala de los Goya de Fotografía con sus compañeros y su familia porque la pandemia ha obligado a cancelar el evento presencial, pero se podrá disfrutar de ella desde el salón de casa el próximo 27 de marzo, ya que se celebrará de forma telemática. Será en ese momento cuando se desvelará qué fotógrafo consigue la estatuilla. La tomiñesa compite con otros diez compañeros de toda España que también han sido nominados. De lo que no hay dudas es que este nuevo reconocimiento, que como siempre lo dedica a toda su familia y a las personas que confiaron en su trabajo y la acompañaron en este largo camino, coloca a Pily Reñones entre las mejores fotógrafas de España. Reñones también se acuerda de su Tomiño natal, ya que desde el municipio siempre se ha seguido de forma muy especial su trayectoria y se ha valorado desde un inicio sus logros.
Vocación desde niña
Fotógrafa por vocación, cuando apenas tenía edad para andar, convirtió su habitación en un estudio de fotografía en el cual iluminaba sus muñecas con la lámpara de la mesilla y creaba sombras en la pared con sus manos. Con tan solo cinco años, sus padres le regalaron su primera cámara tras pedirla durante meses. De niña ya soñaba por tanto con dedicarse a esto y recorrer el mundo con una cámara y contar historias y a día de hoy lo está logrando, con una lista de reconocimientos que ponen en valor su testón y trabajo.
Los Goya de fotografía se crearon en 1985 (dos años antes que los del cine español), en 2005 se incorporó el vídeo y son unas distinciones que se convocan cada dos años. Todos los nominados recibirán un diploma y a los ganadores de cada categoría se les entregará la estatuilla, al igual que en el festival de cine.
“Siempre agradeceré a mis padres por dejarme volar y comprarme docenas de carretes para disparar mientras era niña y así aprender a amar la fotografía”. Reconoce que aunque no venía de familia de fotógrafos profesionales, en casa siempre había cámaras y los álbumes de fotos de sus antepasados eran el mayor entretenimiento de los domingos por la tarde cuando visitaban a su abuela materna. “Repasábamos mil veces las fotos y nunca se cansaba”, recuerda.
