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Los perros interrumpen las clases en Gondomar

Los ladridos y las ventanas abiertas por el COVID agudizan un problema que se prolonga ya dos décadas

Algunos de los perros que viven en la parcela

Algunos de los perros que viven en la parcela R. C.

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Algunos de los perros que viven en la parcela Neli Pillado

“Xa é difícil que te entendan coa máscara, pero se tes o ruido dos cans de fondo faise imposible”, explica Santi Veloso, vicedirector del instituto Terra de Turonio de Gondomar. El alboroto de ladridos que cada día acompaña a más de 350 alumnos y profesores lleva en muchas ocasiones a suspender las clases. El centro lleva más de dos décadas denunciando el problema que causa a su actividad diaria una perrera particular situada justo enfrente. Situación que se ha convertido en “insufrible” este curso, desde que la necesaria ventilación para mantener a raya el coronavirus obliga a dejar las ventanas abiertas.

Los perros, de caza, viven en una especie de galpón que el propietario del terreno tiene en la parcela contigua al instituto, justo enfrente del acceso. “Cada vez que chega un coche ou aparece por alí alguén non paran de ladrar”, señalan desde la dirección del centro.

La dirección del centro denunció el asunto en diversas ocasiones ante el Seprona de la Guardia Civil o a la Valedora do Pobo

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La situación era más llevadera en cursos anteriores, explican los docentes. Los alumnos cambiaban de aula para ir a clase de música, de plástica o biología, pero ahora solo salen a la hora de Educación Física, por lo que pasan la mañana con la misma banda sonora de fondo.

La dirección ha denunciado el asunto en diversas ocasiones ante el Seprona de la Guardia Civil, la Valedora do Pobo y hasta logró en 2009 que la Consellería de Medio Ambiente ordenase al vecino la retirada de los canes por incompatibilidad con la actividad educativa y que el Concello abriese expediente de reposición de la legalidad urbanística. Pero las quejas siempre caen en saco roto y nunca prosperaron las medidas administrativas. Recuerdan los responsables del instituto que existe una normativa de actividades molestas e insalubres y que es el Concello el responsable de aplicarla.

Las puertas de la perrera frente a las del centro escolar.

En plena preparación de este curso de pandemia y ante el temor de lo que se avecinaba, la dirección solicitó medidas al Ayuntamiento el pasado verano sin éxito. Así que acabaron por solicitar ayuda a los partidos de la oposición.

Ferreira: “Nosotros llevamos años tratando de resolver el problema y hemos contactado con el propietario de los perros, pero la solución no es fácil”

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El PP presentó una propuesta para instar al gobierno municipal a contactar con el propietario de la perrera para llegar a un acuerdo satisfactorio para todas las partes. En caso contrario, la moción requería el inicio de los trámites necesarios para resolver de una vez por todas las molestias que padecen los alumnos del centro a causa de los ladridos que perturban el desarrollo de la actividad educativa. La iniciativa contó con el apoyo de Manifesto Miñor, BNG y Ciudadanos. Pero el gobierno socialista votó en contra.

El alcalde, Francisco Ferreira, justifica su rechazo a la propuesta porque “todo eso que piden está en marcha”. “Nosotros llevamos años tratando de resolver el problema y hemos contactado con el propietario de los perros, pero la solución no es fácil”.

El regidor asegura que el propio Concello construyó el alpendre al dueño de la finca como compensación, tras expropiársele los terrenos donde se construyó en su día el instituto. Tras numerosas conversaciones con él para tratar de dar una solución al asunto, “sostiene que los perros no hacen tanto ruido”.

Llegados a este punto, Ferreira se compromete a realizar una medición oficial continuada del nivel de decibelios. “Para no dejar nada a la interpretación y a la subjetividad de unos y de otros, lo mejor es medir, obtener datos objetivos y a partir de ahí tomar decisiones”, afirma.

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