El colectivo “Voces Novas”, nombre que recibe el Consello de la Infancia y Adolescencia de Tomiño, quiso organizar una Navidad en la que nadie quedara atrás.

Decidieron escribir postales y cartas para los usuarios de las dos residencias existentes en el municipio, recordándoles que a pesar de las distancias, no están solos. “Con todo lo que está ocurriendo vimos necesario darles una pequeña alegría, que sepan que la juventud de Tomiño no se olvida de ellos”, cuenta Alejandra, de 11 años, integrante de “Voces Novas”.

Pero quisieron ir más allá y hablaron con las amistades y colegas de la escuela para proponerles sumarse a la propuesta. Tuvo tanto éxito que terminaron haciéndolo cientos de alumnos de todos los centros de enseñanza del municipio. Mayra, estudiante del IES Antón Alonso Ríos, se siente muy orgullosa de participar en la iniciativa. “Aunque sabemos la importancia que tienen nuestros mayores, a veces se nos olvida, y no estábamos nada seguros de la acogida que iba a tener. Fue una gran sorpresa”, comenta.

Otra de las personas mayores que recibió una postal.

Desde la Concejalía de Juventud y Participación Infantil tuvieron que lidiar con toda esta explosión de solidaridad. “Recogemos los datos de todos los que se quisieron sumar y les asignamos una persona mayor a cada uno. Al participar tantos enseguida completamos la lista de usuarios de las residencias, por lo que decidimos enviárselas también a los usuarios del Servicio de Ayuda en el Hogar, personas que están en sus casas pero con cuidados de un profesional, y también la aquellos residentes del municipio que superan los 80 años y que viven solos”, comenta la edil Fátima Rodríguez.

En las residencias fueron a entregar las postales los propios miembros de “Voces Novas”, donde la acogida fue fantástica. Las propias trabajadoras sociales cuentan que los residentes se mostraron encantados y son muchos los que están deseando responderlas.

Uno de los niños que se sumó a la iniciativa fue Adán, de 9 años, alumno del CEIP Plurilingüe de Tebra. Sin saber la identidad de la persona que la recibiría, escribió una carta desde el corazón, con la dulzura e inocencia que solo las palabras y dibujos de un niño pueden transmitir. La casualidad hizo que, de casi 400 ancianos que recibieron una carta en Tomiño, la suya finalizara en las manos de Feliciano, su bisabuelo, usuario del Servicio de Ayuda en el Hogar. Un regalo simbólico del destino para unir a dos personas que la pandemia separó esta nochebuena.

Como Adán y Feliciano, muchos otros nietos pasarán estas fiestas alejados de sus abuelos, sin poder abrazarlos, besarlos ni escuchar sus historias de postre. Pero en Tomiño, a pesar de todo, los niños y niñas demostraron que no hay distancia que pueda separar el amor y solidaridad por sus mayores.