Situación de auténtico terror la que ha vivido una vecina de A Guarda con su pareja y que ahora sale a la luz tras la sentencia judicial después de dos años. Y es que en agosto de 2018 Diana Sanjurjo (nombre ficticio para salvaguardar la identidad de la víctima), llevaba viviendo con su novio, natural de Vigo, en una vivienda de A Guarda. Se conocieron a distancia, mientras ella estaba en Vitoria y él vivía en Vigo, y comenzaron una relación separados por centenares de kilómetros. Tras varios encuentros, decidieron dar el paso de irse a vivir juntos a la parroquia guardesa de Salcido. Apenas llevaban tres meses de convivencia y comenzó la pesadilla. La Audiencia Provincial relata cómo en la madrugada de un día de agosto, se entabló entre ambos una discusión, “lo que hizo que Diana se fuera a tomar un cigarrillo a la ventana, acercándose Segundo (nombre ficticio de su expareja) por la espalda y con el propósito de atentar contra su integridad física la levantó por las piernas cuando ella estaba apoyada en la ventana haciendo ademán de tirarla inclinando su cuerpo hacia el exterior”. Es decir, Segundo colgó a Diana por el ventanal por las piernas amenazando con tirarla, pero finalmente volvió a meterla dentro y la tiró en el suelo de la vivienda. Según el juez, en ese momento Segundo volvió a golpearla dándole bofetadas por todo el cuerpo mientras la agarraba de las muñecas, “tirándole del pelo”, y finalmente termina la discusión con ambos pasando la noche juntos. El juez apunta a que Diana estaba “paralizada” por el shock ante tanta violencia y no reaccionó a lo que había sufrido. Como consecuencia de estas agresiones, Diana sufrió lesiones como hematomas en el antebrazo derecho y contusiones en la cara posterior de ambos codos, que precisaron de asistencia médica y que tardaron en curar unos quince días.

En ese momento de shock, Diana no denunció lo sucedido. Además, siempre según el relato judicial, Segundo le pide a los pocos días perdón, pero nuevamente en casa arranca una nueva discusión y en un momento dado, cuando el hombre estaba completamente fuera de sí, atemoriza a Diana diciéndole “como solo atiendes a la violencia, si no cambias de actitud la próxima vez aterrizarás en el suelo”, a gritos y con los ojos “fuera de las órbitas”, lo que causó tal temor que al día siguiente de estos hechos, animada por un familiar, Diana decide denunciar los hechos contra su pareja.

HECHOS PROBADOS SEGÚN EL JUEZ

“La próxima vez aterrizas en el suelo”. Los hechos probados de la sentencia judicial indican que tras la primera amenaza de tirarla por la ventana, después de una nueva discusión, el presunto agresor le dijo a la víctima que “como solo atiendes la violencia, si no cambias de actitud, la próxima vez vas a aterrizar en el suelo”. Estas expresiones se produjeron “a gritos” y fueron las que llevaron a la mujer a presentar una denuncia ante la Policía.

El juez decidió imputar al hombre por un delito de lesiones leves contra su pareja, condenándolo a una pena de prisión de un año. Además, por un delito de amenazas leves le cayeron otros diez meses. Es decir, la condena total a prisión es inferior a dos años, por lo que al no tener antecedentes penales computables para este caso, el presunto maltratador no pisará la cárcel. El hombre, eso sí, tiene la prohibición de aproximarse a una distancia de doscientos metros de Diana, de su domicilio y lugares que frecuente por tiempo de dos años.

Sin comunicación

Además, no puede comunicarse con Diana por ningún medio directo o indirecto por ese mismo período de tiempo. Según el abogado de la víctima, un letrado de Tui, el presunto agresor violó esa orden de alejamiento, poniéndose en contacto por teléfono en varias ocasiones con la Diana. Precisamente, hay todavía una vista pendiente por ese quebrantamiento de la orden de alejamiento.

Respecto a las sentencias mencionadas, el acusado presentó un recurso de apelación que fue rechazado. Y es que según el juez, el apelante apenas se limitó a negar los hechos. El presunto agresor llegó a calificar el testimonio de la víctima de “interesado” y consecuencia de un “trastorno emocional por problemas familiares que a la postre alentaron la formulación de denuncia” y defiende que no existe una sola prueba, ajena a la víctima, que apuntale su testimonio, “considerando intranscendentes a efectos probatorios los testimonios de la tía de la víctima y del agente de la Guardia Civil”, e incluso cuestiona la existencia de conexión causal entre las lesiones apuntadas en el parte médico del día de los hechos y el proceso descrito por la víctima. Estos motivos del abogado defensor fueron rebatidos por el juez y por tanto no tuvieron éxito a la hora de intentar absolver al presunto agresor de las penas impuestas.

HECHOS PROBADOS SEGÚN EL JUEZ

El agresor alega “trastorno emocional” de su novia. En el recurso presentado y que fue rechazado por la Audiencia Provincial, la defensa del presunto agresor alegó que la víctima tenía “un trastorno emocional” motivados por problemas familiares y que fueron los causantes de la denuncia.

“Tardé en denunciar porque tenía una gran dependencia emocional”

FARO logró hablar con la víctima de este asunto de violencia machista. Cuando sucedió la primera amenaza de tirarla por la ventana, reconoció que “no me creía lo que estaba pasando”. “Entiendo que las mujeres que convivimos con un maltratador llegamos a tener una gran dependencia emocional de él, por lo que tardamos en denunciarlo”, asegura Diana (hay que recordar que es un nombre ficticio para no revelar la verdadera identidad de la víctima). “Al principio estaba en estado de shock y con mucha vergüenza e incredulidad, incluso me llegué a culpar a mí misma. Finalmente un familiar me dio el impulso que me hacía falta para presentar la denuncia”, asegura esta vecina de la parroquia de Salcidos, en A Guarda.

Diana relata que antes de que comenzaran las amenazas y las agresiones, llevaba conviviendo solo tres meses con el presunto agresor tras mantener previamente una relación a distancia con él. “No me dio tiempo a tenerle miedo, no llegué a entender lo que estaba pasando”, recuerda. Muchos de sus familiares y de su entorno más cercano no son conocedores de la situación y la víctima quiere que siga siendo así, por eso no quiere revelar su identidad. Su abogado denomina este caso como el “elemento paradigmático de violencia machista”.