Hay una plaza pública en Nigrán tan infrautilizada y desconocida que ni siquiera tiene nombre. Los vecinos llaman al lugar donde se ubica “el aserradero curvo” , y así se denomina también el bloque de viviendas más próximo, porque allí funcionó una planta maderera durante décadas en el pasado siglo. Se trata de una zona verde de 3.000 metros cuadrados que está en pleno centro urbano y que surgió de una cesión de terrenos asociada a una urbanización. Los edificios la rodean e impiden verla desde los principales viales, pero también la resguardan del viento. Treinta años después de su creación, adoptará al fin su función como lugar de esparcimiento asociado a la futura biblioteca municipal, que se construye justo al lado. Será una “sala” más, “una zona más de uso al aire libre, por ejemplo para realizar cuentacuentos infantiles con mobiliario urbano adaptado para poder leer cómodamente o consultar internet, con wifi abierto para la zona”, explicó ayer el alcalde, Juan González, tras arrancar oficialmente las obras que restan para terminar el edificio, después de un año y medio paralizadas.

El proyecto estrella del gobierno municipal , subvencionado al 80% por la Diputación, ha sufrido atrancos. La construcción arrancó a finales de 2018 y la empresa ganadora del concurso público, Civis Global, renunció a continuar en junio de 2019. El Concello le rescindió el contrato y el proceso para licitar los trabajos pendientes se demoró al recurrir la compañía al Consello Consultivo de Galicia, que finalmente dio la razón al Ayuntamiento. La sociedad Consvial es la nueva adjudicataria y sus representantes firmaron ayer el acta de replanteo para poner en marcha el 40% restante de los trabajos, por importe de 1,3 millones de euros, con el compromiso de finalizarlos en tres meses.En cuanto termine la construcción llegará el momento de equipar el edificio con mobiliario y tecnología, una gestión que el regidor espera resolver en pocos meses para “poder abrir la biblioteca en verano”, dijo.

El nuevo edificio, de cuatro plantas, se encuentra en la parcela municipal de 443 metros cuadrados ubicada en la intersección entre la Estrada pola Vía y la Rúa do Panasco. Tendrá acceso por la planta baja a través de una plaza cubierta y por la primera. La superficie construida es de 1.260 metros cuadrados, por lo que ofrecerá diez veces más espacio que la vieja biblioteca de O Ceán, de 120

Un pequeño auditorio con gradas

La prioridad ahora es acabar al fin las obras de la ansiada biblioteca pero la incorporación de la plaza anexa al conjunto también está en la agenda del gobierno municipal y del estudio de arquitectura que diseñó el proyecto. La irrupción del coronavirus obliga a adaptar el centro público a la posibilidad de que la pandemia se quede más tiempo del deseado y prepararlo para nuevas restricciones y garantías de seguridad sanitaria, con puestos de lectura o asientos para disfrutar de cualquier pequeño acto cultural que guarden las distancias. A la espera todavía de los primeros bocetos, los arquitectos piensan “a priori en gradas polivalentes, tanto para lectura como para poder desarrollar alguna actividad, y por supuesto, debe contar con un mobiliario urbano que invite a sentarse a leer”, explica Lucas Gándara, uno de ellos. “Es una plaza en desuso y, según lo que nos requiere el Concello, plantearemos una intervención que de verdad le otorgue vida, pensando especialmente en las necesidades de los niños”, señala.