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La carpintería de ribera queda huérfana

El oficio pierde a uno de sus maestros más veteranos, Minxos, fundador de Astilleros El Pasaje y tercera generación de una familia de artesanos navales en A Guarda

Minxos, en el medio, con sus dos hijos, Agustín y Paco, también carpinteros de ribera

Nieto, hijo, padre y abuelo de carpinteros de ribera en A Guarda. Ese era Domingo Carrero, veterano de un oficio que, desde esta semana, con la muerte de Minxos (como así le conocían) a los 94 años, está un poco más en peligro de extinción. Pero dicen que nadie se va de todo si queda alguien que lo recuerda. En el caso de Minxos, su recuerdo permanecerá en las incontables embarcaciones que ha sacado al mar y en el volanteiro Piueiro, su último barco.

La carpintería de ribera ha quedado huérfana con el fallecimiento esta semana del guardés Domingo Carrero Álvarez a los 94 años. Minxos, como así lo llamaban, era, posiblemente, el artesano más longevo de un oficio que corre el riesgo de desaparecer. La tercera generación de una familia que ha permitido que innumerables embarcaciones salieran al mar; pero no la última, pues sus hijos, Agustín y Paco, ya jubilados, también aprendieron el oficio, al igual que su nieto Marcos.

Taller de carpintería de su padre. Minxos, de niño, en el barco D.P.

Quienes lo conocieron bien destacan de él que “manejaba la madera como si fuera plastilina”, y lo hacía en su propio astillero de A Pasaxe, en A Guarda.

Fundó Astilleros El Pasaje en 1971, tras aprender el oficio de la mano de su padre y su abuelo en un bajo en el puerto guardés, donde comenzó haciendo gamelas.

Allí trabajó desde niño y, precisamente con la misma ilusión que un niño, pero a los 92 años, colaboró en la construcción de su última embarcación: el volanteiro “Piueiro”, un tipo de barco que desapareció a principios del siglo pasado.

“El último barco que construyó Minxos ya había desaparecido cuando él nació”

Joaquín Cadilla, presidente de Orpagu y de la Asociación Piueiro, colectivo que impulsó la recuperación del volanteiro.

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Minxos hizo posible la recuperación de esta embarcación de 12 metros de eslora sin apenas referencias previas, solo con lo que le habían contado su padre y su abuelo, sumado “a su maestría y su talento” y a la ayuda de sus hijos y su nieto. “A pesar de su edad fue muy fácil convencerlo para que se animara a construir uno; se empeñó en hacerlo y lo consiguió”, recuerda Joaquín Cadilla, que define el “Piueiro” como el “legado de Minxos”.

"Gracias a él se pudo hacer realidad el sueño de recuperar una embarcación desaparecida de A Guarda hace más de 100 años”

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Precisamente durante la construcción del Piueiro, Cadilla rememora una anécdota que es buen ejemplo de que nadie conocía mejor que Minxos el arte de la carpintería. Fue cuando tuvieron que cortar una acacia para hacer la quilla del barco, que debía ser de una sola pieza. Al igual que la pesca, las lunas y las estaciones del año influyen en la calidad del corte de la madera. “No teníamos prisa, teníamos un margen de tres meses para cortar la acacia, entre diciembre y febrero. Un día, a finales de diciembre, fuimos a hacerle una visita al astillero y nos dijo que, o cortábamos ya el árbol o no había barco”, relata Cadilla, que en aquel momento no entendía lo que estaba pasando. “Ese mismo día cortamos la acacia y, al cabo de dos semanas, lo comprendimos: las acacias estaban floreciendo prematuramente”, explica, detallando que “si hubiéramos esperado, la madera no serviría para construir”.

“Minxos supo que las acacias iban a florecer más temprano ese invierno”

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Acto de entrega de gamelas construidas por su padre. Minxos, de niño, al lado de su hermano (camisa blanca)

Con el resurgir del volanteiro, la vida de este carpintero de ribera se fue apagando paulatinamente. “Justo cuando acabó el “Piueiro” tuvo un problema de salud y dejó de ir por el astillero todos los días”, atestigua el presidente de Orpagu y de la Asociación que lleva el nombre del último barco construido por Minxos.

“Como Minxos quedan en Galicia muy poquitos, seguramente me sobren los dedos de una mano para contarlos”

Joaquín Cadilla

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“Como Minxos quedan en Galicia muy poquitos, seguramente me sobren los dedos de una mano para contarlos”, lamenta Cadilla, haciendo hincapié en que “la mayoría de los barcos de madera del sur de Galicia, tanto de A Guarda como Oia, Baiona, la zona de Cesantes e incluso la ría de Pontevedra, vienen a hacer las reparaciones a su astillero”. Todos ellos quedan huérfanos.

Minxos con el volanteiro Piueiro, su último barco

Minxos con el volanteiro Piueiro, su último barco

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