En la Edad Media, para frenar la pérdida del ganado que pastaba en el monte a consecuencia de los ataques de los lobos, señores feudales y campesinos idearon unas trampas parecidas a pozos en zonas montañosas. Luego, organizaban batidas y conducían a estos animales salvajes hasta esos agujeros sin salida. Estos cepos se conocen como “foxos do lobo” y en ellos pensó la Comunidad de Montes de Ribadetea cuando, hace un par de semanas, durante unas labores de roza en el monte comunal, encontraron, oculto entre la vegetación, un foso de piedra circular.

Fueron operarios de la Comunidad de Montes los que se toparon con el foso e, inmediatamente, avisaron al presidente de la Junta Rectora, José Amoedo. Para asegurarse de que el hallazgo correspondía, efectivamente, a un “foxo do lobo”, los comuneros solicitaron la presencia de un arqueólogo que confirmó las sospechas y dató este elemento etnográfico en el Medievo.

La construcción se encuentra en una parcela del monte vecinal próxima al Área Recreativa do Viveiro, en la carretera de Cillarga. Según el experto, es un foxo convergente; la modalidad más extendida de este tipo de trampas. Consiste en un agujero excavado en la tierra de 5 metros de diámetro con paredes de mampostería en el que convergen dos sebes. Las sebes son paredes, algunas vegetales y otras de piedra, colocadas en forma de V, que conducen al animal hasta el foso, el cual tiene la altura suficiente para que, una vez caiga dentro, no pueda escapar. “Fue así como, poco más y acaban con el lobo en la Edad Media”, destacan los comuneros de Ribadetea.

Durante el hallazgo, los operarios realizaban labores de limpieza previas a la plantación de árboles frondosas que, junto a los arbustos existentes, sustituirán a la masa de eucalipto y acacia anterior, ya cortada y eliminada. La noticia ha cambiado los planes de la Comunidad de Montes de Ribadetea que, asesorada por el arqueólogo, no llevará a cabo ningún tipo de plantación en las inmediaciones del foxo y sus sebes convergentes.

“Sería interesante poder excavar el foxo para apreciar su profundidad, pues se encuentra sensiblemente colmatado y seguramente con parte de las piedras del muro circular en su interior”, indican desde la Comunidad de Montes, apuntando a la necesidad de “instalar un panel informativo en relieve que ayude a interpretar in situ el conjunto de la construcción”. En este sentido, recuerdan que el “foxo do lobo” se encuentra en terrenos que forman parte del Parque Forestal Seixiforna-Viveiro, promovido por el Concello de Ponteareas, las Comunidades de Montes de Ribadetea y Xinzo y la Diputación de Pontevedra. Por ello confían en que este hecho contribuya a la financiación de su preservación y puesta en valor.

Para que Patrimonio pueda catalogarlo e iniciar los trámites de cara a su protección legal, desde la Comunidad de Montes de Ribadetea ya han informado a la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia del descubrimiento de este “foxo do lobo”, que se suma a otros documentados en la comarca del Condado, como los de Gargamala y Sabaxáns, en Mondariz; Campo, en Covelo; o Guláns, en Ponteareas. Aunque actualmente están en desuso, en algunos lugares se han rehabilitado y son atractivos turísticos. “Ahora empezamos esa lucha”, dicen en Ribadetea.