Sin grandes aglomeraciones, procesiones, danzas, ni moros y cristianos. A Franqueira vivió ayer la celebración más atípica de sus siete siglos de devoción a la Natividad de la Virgen María, pues, por primera vez desde que se tienen registros, no salió la procesión en la que la imagen de la Virgen es llevada en un carro de labranza por el que tiran bueyes del país.

Las medidas para frenar la pandemia del coronavirus se impusieron a la tradición y el día grande de la romería más antigua de Galicia se celebró con mascarillas, distancias de seguridad, control de temperatura y aforo reducido. El obispo, don Luis Quinteiro Fiuza, fue el encargado de presidir la misa solemne, seguida de la bendición del monumento a Nuestra Señora en Outeiro.

En el mes de agosto, el párroco del santuario, don Xabier Alonso, ya anunció la suspensión de las procesiones y ciertas tradiciones como las danzas y el auto sacramental del moro y el cristiano; no obstante, sí se celebraron las misas y, durante toda la mañana, el santuario recibió la visita de numerosos devotos.

Este año la romería se celebra bajo el lema "Igrexa, hospital de campaña". Un guiño a la pandemia con el objetivo de que los asistentes cuenten testimonios relacionados con las problemáticas actuales "desde un punto de vista cristiano y esperanzador". "Acoller e coidar. A misión dunha traballadora da sanidade", es el próximo testimonio programado, que tendrá lugar el sábado 19 a las 18.45 horas.