"Tenemos que soportar noches infernales de jueves a domingo y ya estamos muy hartos". Numerosos vecinos de Nigrán están en pie de guerra contra el ruido y el vandalismo que se origina cada fin de semana en torno a los pazos de la parroquia, sobre todo el de Urzáiz. Aseguran que las juergas se prolongan hasta "más allá de las siete de la madrugada con música a todo volumen" y que se repiten con demasiada frecuencia los destrozos en coches o portales, los riesgos para la seguridad vial y hasta los robos. Afirman haberse cansado de presentar escritos de denuncia ante el Concello y de llamar a la Policía Local sin éxito, por lo que han decidido acudir a los tribunales. Un grupo de ellos se reunió ante la capilla de As Angustias para acordar dar un paso adelante y denunciar al Ayuntamiento en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo por no actuar ante una actividad irregular. "Iremos también a la Fiscalía, para que determine si se está incurriendo en algún delito", explica César Cabreira, uno de los portavoces de los afectados.

Son unas 180 familias las perjudicadas, explican. Las que residen en los barrios alrededor de O Ceán y A Telleira e incluso hasta Condomínguez, en Priegue, llega en ocasiones el ruido, señalan. Hasta 315 personas de estas zonas han firmado ya para exigir medidas al Concello, pero volverán a recoger firmas para insistir en breve.

El problema no es nuevo. "Llevamos cinco años con esto", lamentan. Los dos inmuebles históricos, edificios señoriales con origen entre los siglos XVI y XVII, han sido reconvertidos como salones de banquetes, aunque acogen también otras actividades en los últimos tiempos.

Conciertos con artistas del panorama nacional reúnen a numeroso público en el de Cea en fechas puntuales desde hace varios veranos que "molestan, sobre todo cuando tiran fuegos artificiales de madrugada, pero la gente entra y sale con su coche y no genera problemas fuera", apunta Cabreira.

"Lo peor es lo que pasa alrededor del Pazo de Urzáiz", coinciden los vecinos. Ahora es lounge bar. "A la hora de entrar, pero sobre todo a la de salir, los clientes, sobre todo jóvenes, gritan, forman peleas, van rompiendo retrovisores, orinan en propiedades privadas, tiran botellas para dentro de las fincas...", relatan. "Hemos visto y grabado incluso a chicos pasándose un balón de lado a lado de la carretera al pasar los coches", apuntan alarmados.

La escasez de locales donde disfrutar del ocio nocturno disponibles y la prohibición del botellón a raíz de la pandemia hacen crecer el problema, consideran, ya que "este año hay más gente que nunca".

El caso de este establecimiento es para ellos especialmente grave porque, según denuncia César Cabreira, "ni siguiera tiene licencia para la actividad que ejerce". "Pero ninguna administración hace nada y no podemos tolerar más la situación", añaden.