La fiesta de Santa Marta de Ribarteme se celebró con una sombra de tristeza. No solo por el Covid-19 que hizo que se decidiese no celebrar la procesión, sino por el enfrentamiento de unos vecinos por las decisiones del párroco apoyado por un consejo local, y que está provocado una fractura en la pequeña aldea.

Ayer tuvieron lugar cuatro misas, una de ellas solemne y cantada por una coral, que fueron seguidas por numerosas personas, guardando las medidas de seguridad. Para los oficios fue instalada una carpa en la zona del torreiro, posibilitando el distanciamiento físico entre los asistentes-

Modesto Gómez Marino, vicepresidente de la Asociación de Patronos de Santa Marta, destacó, tras los actos, la importancia de haberlos celebrado, pese a suspender la fiesta y la romería para evitar la aglomeración de gente. "Ha habido una organización digna de mención. Estoy muy contento de como ha salido todo, porque se han celebrado las misas guardando las distancias de seguridad, los asistentes llevaban mascarillas y había gel de desinfección".

Destacó la despedida de los romeros, que se produce siempre en la iglesia tras la procesión, y que este año se hizo en la carpa "con una interpretación impecable" y abogó por la unión y evitar enfrentamientos, sin entrar en la polémica. "Como vecino de esta parroquia quiero decir que estoy encantado de como ha salido todo dentro de la anormalidad que estamos sufriendo por la pandemia..."

Quien si se mostró indignada fue otra vecina, Verónica Fernández, que tildó al párroco y al llamado consejo parroquia como "mafia".

Fernández se queja de que ayer a las 13:10 le cerraron las puertas de la iglesia "cuando figuraba abierta de hasta las 14:00" y tuvieron que pedir a la Guardia Civil que interviniese. Este grupo de vecinos reclama que en esta iglesia, Santa Marta este en el altar principal "como siempre" y no quieren que aparezca como secundaria.

Esta vecina afirma que los problemas llegaron con este sacerdote que lleva en la iglesia desde hace menos de un año y cita la supuesta aparición de un ataúd con restos humanos de un enterramiento "que movieron de sitio y volvieron a enterrar sin que se sepa donde". Las vecinas y vecinos manifestantes insisten en que la capilla es de Santa Marta y que por lo tanto la imagen de San José no debe estar en el altar principal aún así dejan claro que no tienen nada contra la Iglesia y consideran que la fiesta debe seguir manteniendo su esencia, como fue siempre, una vez salvado el Covid-19.