Los alcaldes y alcaldesas de la "raia" del Miño realizaron ayer su segunda protesta reclamando la apertura de los pasos fronterizos para los trabajadores que tienen que cruzar diariamente el puente de Tui-Valença para afrontar su jornada laboral. Lo hicieron sobre uno de los viaductos cerrados al tráfico desde el pasado 17 de marzo, el que une a Salvaterra de Miño y Monçao, y sosteniendo las letras SOS, dirigidas a los gobiernos de España y Portugal.

El director de la Agrupación Europea de Cooperación Transfronteriza Río Miño, Uxío Benítez, encabezó la protesta aludiendo a la confusión creada la semana pasada en relación a una reciente apertura de fronteras al turismo y recordado que "nuestra reivindicación no es el turismo; es algo más justo. Pedimos que los trabajadores transfronterizos se puedan desplazar con normalidad para ir al trabajo". Para ello, urgió la colocación de controles en los demás pasos fronterizos, como el que estaba pisando, el puente de Salvaterra-Monçao, por el que antes de decretarse el estado de alarma circulaban 10.000 vehículos al día. También reivindicó una "desescalada coordinada para la gente que vive aquí".

Secundaron sus palabras el presidente de la Câmara de Mançao, Antonio Barbosa, y la alcaldesa de Salvaterra de Miño, Marta Valcárcel. "Estamos hablando de la supervivencia de los pueblos de la raia", indicó Barbosa, mientras que Valcárcel hizo un llamamiento a "la cordura y la sensatez" . "No puede ser que a la primera de cambio levantemos un muro", reprochó la alcaldesa de Salvaterra de Miño, lamentando que "estamos trasladando el peso económico de la crisis al sector más desprotegido".

Junto a los regidores anfitriones estuvieron los alcaldes de Tui, Arbo, As Neves, Melgaço, Monçao, Valença, Cerveira y Caminha y las alcaldesas de Tomiño y O Rosal, además de dos representantes de los trabajadores transfronterizos que relataron el calvario que están viviendo desde que pudieron retomar su actividad laboral en la era post-Covid. Una de ellas, la arabense Cecilia Puga, explicó que "llevo 19 años trabajando en Melgaço y es la primera vez que siento que estoy trabajando en un país extranjero". "Deixem-me trabalhar", se podía leer en el cartel que sujetaba.