Cientos de personas disfrutaron ayer de las primeras tazas de vino casero postpandemia en Redondela. La desescalada llegó al fin a la capital de los furanchos del área y los bodegueros que lograron recomponer sus bajos, galpones o jardines para servir el excedente de la cosecha tras obtener el permiso municipal llenaron. Se notó la ansia de la clientela por una tradición de primavera que este año se verá reducida a apenas dos meses.

Pocos consiguieron tener todo a punto tras la autorización relámpago de la Xunta, que avisó el pasado fin de semana a los furancheiros de que ya podían solicitar sus licencias para operar hasta el 31 de julio. El Furancho de Videira, en Chapela, fue uno de ellos y recibió a más de sesenta clientes en su primera jornada del año. Todo un éxito ante una situación de incertidumbre que en muchos casos se disipó a través de la reserva de mesa. El teléfono de su propietario, José Luis Videira, humeaba casi tanto como la cocina en que su familia prepara las tapas que acompañan el vino. "Mucha gente llama para preguntar si puede venir, si habrá sitio porque no pueden entrar tantas personas, qué medidas tiene que tomar... y ya reserva", explica. Ya tiene clientes para todo el fin de semana con menos de la mitad del aforo disponible según la normativa, para mantener la distancia de seguridad.

Desde el Concello advierten de controles estrictos de afluencia y medidas de higiene mientras los hosteleros temen la incidencia de estos establecimientos tradicionales en sus ya perjudicadísimos resultados tras dos meses cerrados. La Asociación de Empresarios de Redondela se queja de que "la disminución del aforo no es el único condicionante en la rentabilidad de los negocios de hostelería, que ahora se tienen que enfrentar a la apertura de los furanchos, que incumplen reiteradamente las limitaciones de servicios establecidas por la legislación". Su gerente, Julia Alonso, no solo reclamaba ayer vigilancia sobre estos locales "que ofrecen cosas porque tienen demanda", sino también una regulación más restrictiva. "Hace años que la normativa de furanchos no se adapta a la actividad e igual es el momento de revisarla e igualar sus obligaciones con las de la hostelería", manifestaba.

Será progresiva la reapertura de puertas de los "loureiros" a lo largo de la próxima semana en un municipio que el año pasado sumó casi sesenta y que contará con bastantes menos ahora tras la crisis del Covid-19. Algunos ya han decidido no abrir y los que sí lo harán prefieren esperar ya a la fase 3 de la desescalada, que llega el lunes con menos restricciones de aforo.