El cabeza de lista del BNG por la provincia de Pontevedra, Luis Bará, mantuvo ayer una reunión por videoconferencia con las alcaldesas de Tomiño y O Rosal, con el alcalde de As Neves y con el director de la AECT Río Miño para apoyar la reivindicación de los municipios bañados por el Miño de reabrir los pasos fronterizos para los trabajadores que, en el peor de los casos, llevan más de dos meses dando un rodeo de 100 kilómetros para acudir a sus puestos de trabajo al otro lado de la "raia". Una situación derivada del cierre de fronteras por la pandemia que el nacionalista tachó de "irracional y absurda". Por ello, Bará insta a al Gobierno Central a tomar "medidas inmediatas" y a la Xunta a "ponerse al frente de las reivindicaciones".

Luis Bará pidió más implicación al gobierno gallego y recordó que en otros lugares de España, como es el caso de Extremadura, se abrieron nuevos pasos por la presión política. "Aquí estamos sufriendo un impacto que, sobre todo, afecta a la gente trabajadora que tiene que añadir elevados costes económicos y de tiempo para desplazamientos de muchos kilómetros, con lo que significa eso para salarios muy ajustados, de entre 600 y 700 euros", indicó el nacionalista. En relación a esto se pronunció la alcaldesa de Tomiño, Sandra González, valorando que "se está trasladando el coste de poner más patrullas en la frontera a las personas que tienen salarios precarios".

La regidora tomiñesa también lamentó que "la gente que tiene que entrar a las ocho de la mañana se tiene que levantar a las cinco" para llegar a tiempo al trabajo. Esto se debe a las retenciones kilométricas en el único paso abierto de la provincia, el de Tui-Valença. "Cada vez cuesta más ir a trabajar, y hay que pensar que el virus no entiende de fronteras, sino de zonas de afección, y aquí la situación es prácticamente la misma a cada lado de la raia", destacó Ánxela Fernández, alcaldesa de O Rosal.

Por su parte, el regidor de As Neves, Xosé Manuel Rodríguez, puso el foco en que las consecuencias del cierre de los pasos fronterizos, además de económicas, también son sociales, por la dependencia mutua de ambas orillas del Miño.

"Ahora la situación cambió y es necesario abrir ya que la indignación crece día a día", indicó Uxío Benítez, que lleva semanas reclamando soluciones sobre este asunto desde la AECT Río Miño.