"Esto es una ayuda a la economía familiar muy tradicional, como el que tiene unas verduras n la huerta y las vende", explica José Luis Videira, portavoz de la Federación de Furancheiros de Pontevedra, en el local acondicionado en su casa de Chapela para el despacho del vino que cultiva en O Hío. En el Furancho de Videira, paralizado este año, toda la familia -él, su esposa, sus dos hijos y los cónyuges de ambos- obtiene un extra para complementar los sueldos de sus empleos. El trabajo no se reduce a la atención a los clientes durante tres meses, sino al cuidado de las viñas a lo largo de todo el año. "Ahora estoy sulfatando y no dejo de pensar lo que pasará en septiembre. La uva viene temprana y habrá que vendimiar más pronto que tarde. ¿Qué hago con los 3.000 litros de vino que tengo almacenados en las cubas si no lo puedo servir ni embotellar? ¿Lo tiro?", se pregunta.

Insiste en que "no es capricho lo que pedimos a la Xunta, que nos escuche". "Necesitamos que articule un mecanismo para que los concellos puedan dar licencia. Y si no podemos abrir, al menos que nos dejen embotellar o hacer algo para evitar que se avinagre el vino y se pierda", recalca.