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VAL MIÑOR

Cómo resistirse al ERTE tras dos meses sin feria

Sabarís "resucita" los mercadillos y el frutero Xosé Lois Vilar vuelve al tajo con su plantilla completa después de perder el 70% de ventas

Xosé Lois Vilar coloca la fruta en su puesto en la jornada de vuelta a la actividad en Sabarís tras ocho semanas de "ruína".

"O día que o Goberno decretou o estado de alarma acababamos de descargar 30.000 kilos de froita para as feiras da fin de semana e para as tendas. Houbo que vendela máis barata e tirar moita que se perdeu". El confinamiento ha sido una pesadilla para los feriantes, que ayer volvieron a la actividad con optimismo en el primer mercadillo del área de Vigo tras la cuarentena, el tradicional de los lunes en Sabarís. En el caso del baionés Xosé Lois Vilar,el panorama empezaba negro aquel 14 de marzo y se ha convertido en "oito semanas de ruína" en las que ha resistido "cun sacrificio económico enorme" para mantener a los once trabajadores de la plantilla sin acudir al ERTE. Pero ayer se mostraba esperanzado tras una jornada de regreso a la actividad en casa con "vendas moito mellores do que esperabamos".

La veintena de vendedores ambulantes de productos agroalimentarios autorizados se concentraron donde les ordenó el Concello de Baiona, en el entorno de la plaza Victoria Cadaval y el mercado de abastos. Empezaban la jornada de madrugada con cierto recelo. No podían montar en los lugares de siempre, donde sus clientes lo encontraban cada lunes antes de la pandemia, y tampoco tenían claro que fuesen a visitarlos de nuevo si lo que los esperaba eran colas e incómodas mascarillas y guantes. Pero eran muchas las ganas de reencontrarse con una de las ferias más antiguas de Galicia, con más de cinco siglos de historia, y desde las nueve de la mañana se formaron ordenadas filas que discurrieron sin incidencias y ante la constante vigilancia de la Policía Local.

"Nós vendimos un 30% do habitual", calculaba Vilar mientras repartía guantes de plástico a todos sus clientes, obligatorios incluso por encima de los de goma, y gel hidroalcohólico para desinfectar las manos. En otros puestos se prohibía tocar el género, e algunos casos con cinta de precintar para alejar a los consumidores del mostrador.

El de ayer fue un primer contacto positivo con la actividad que "non cremos que se recupere de todo ao longo do verán porque as perdas foron moitas", explicaba Vilar.

Se lo dice la experiencia de 32 años en los mercadillos de Sabarís, Redondela, Padrón, Gondomar y Tomiño, que suponen un 75% de su facturación. El 25% restante corresponde a las cuatro fruterías que regenta en Vigo, que "venderon algo máis na cuarentena", afirma. Pero las pérdidas para el negocio son enormes. "Nestes dous meses vendimos un 70% menos", recalca. No obstante, decidió "non mandar a ninguén para casa". "Como vou facer iso se a xente leva vinte anos comigo?", argumenta.

Como todo emprendedor buscó otras vías para dar salida al producto y se dedicó a la venta telefónica y el reparto a domicilio por todo el Val Miñor, Vigo y hasta O Morrazo. No compensa porque "son moitas horas e moitos gastos engadidos con catro furgonetas a repartir", así que ahora la idea es buscar más locales para abrir nuevas tiendas.

Las expectativas estivales son bajas. "O mellor momento para a venda de froita do ano é a primavera que nos arruinou o coronavirus. É cando veñen os amorodos, cereixas, albaricoques... Estes meses de marzo a maio aínda non hai froita nin verdura nas casas. Despois no verán xa hai pexegos e outras cousas e a xente merca menos. Se a iso lle sumamos que os turistas serán poucos seguramente...".

Vista la experiencia de ayer, el empresario sigue sin entender "por que se impediu vender productos de alimentación nas feiras cando o decreto do estado de alarma non o prohibía". "Aquí os únicos que non perderon foron as grandes superficies", sentencia. Ahora espera que los ayuntamientos contribuyan a la recuperación de los mercadillos "e que non cobren as taxas".

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