Acostumbrados a depender de las condiciones meteorológicas que los han dejado en casa durante semanas a lo largo del invierno, los percebeiros y ouriceiros de Baiona sufren un nuevo golpe. Esta vez a causa de la crisis sanitaria global del coronavirus que lleva aparejado un hundimiento económico especialmente complicado para ellos. Un total de 134 mariscadores dependen de ambos recursos -118 del percebe y 16 del erizo- en Baiona y todos ellos dejaron de faenar el 12 de marzo, dos días antes de decretar el Gobierno el estado de alarma y el confinamiento. Llevan quince días sin ingresos y todo apunta a que serán muchos más. A esa incertidumbre se suma la de las ayudas.

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¿Quién va a comprar su producto en esta situación? Los restaurantes son los principales destinatarios. Así que la demanda no existe y los compradores ni acuden a la lonja. Por eso los mariscadores decidieron dejar de faenar. Ahora les toca luchar por el apoyo del Estado. El decreto gubernamental impide suspender la actividad al sector primario porque agricultura, ganadería y pesca son las encargadas de abastecer los mercados de alimentación. "Pero el percebe, y todo el marisco, no es producto de primera necesidad. Lo mismo pasa con el pescado fino. La gente no compra en estos momentos lubina o lenguado, sí compra faneca o pescado de diario. Somos los grandes olvidados del ministerio. No podemos trabajar porque no tenemos a quién vender y no nos podemos acoger a las ayudas porque no nos acaban de solventar ni aclarar la tramitación necesaria", denuncia la patrona mayor, Susana González, percebeira. Los administrativos de la Cofradía trabajan precisamente estos días en esa cuestión, para tratar de que los afectados accedan a las compensaciones estatales.

Sin percebe no hay futuro para la Cofradía de Baiona. La facturación por la venta del crustáceo supera el 75% de los ingresos totales de la entidad, que alcanzó los 2 millones de euros el año pasado. El erizo a flote también aporta lo suyo, especialmente en esta epoca del año, en plena campaña. Del marisqueo baionés, solo trabajan estos días cinco personas en el erizo a pie, "algo testimonial", señala la patrona, ya que se destina a la conserva y su valor comercial es mínimo.

Así que la situación económica de la Cofradía es delicada. "Este mes podemos pagar las nóminas de los 13 trabajadores que tenemos, pero si esto se alarga mucho y no podemos vender vamos a tener problemas serios", avanza la patrona.

Solo continúan la actividad la treintena de barcos dedicados al pulpo y al cerco. "Aunque algunos ya se están planteando parar", afirma Susana González, e incluso hay casos que estudian la posibilidad del ERTE, confirman fuentes de la entidad.

Los precios se han desplomado en general, como confirma el propio subastador, Ángel Vilar. El pulpo ha caído más de un euro y se vende directamente a mayoristas sin puja. El pescado que se descarga en Baiona viaja a la lonja de Vigo en su mayoría, "y con precios tirados también estos días: el lenguado pasó de 18 a 12 euros el kilo, la lubina de 26 a 12 y el rodaballo de 24 a 14", apunta el encargado de las subastas.