Las religiosas franciscanas clarisas de Tui, más conocidas como Encerradas, al ser de clausura, intensifican hoy día sus rezos dirigidos a Dios, pidiendo por los enfermos y contra la terrible pandemia que sacude al mundo.

La comunidad se ha reducido a tres hermanas: la madre abadesa, sor Herminia, de 77 años, sor Mercedes de 70 , y sor Concepción, de 72.

Por su edad ya no elaboran los pececitos de almendra que llegaron a tener tanta fama, ni otras exquisiteces de repostería. La oración, el cuidado propio y el de su enorme monasterio, ocupan las horas de sus días.

La madre Herminia es quien atiende al teléfono "las tres estamos muy bien. Estamos encerradas y dentro de este gran monasterio tenemos espacio para cumplir con las medidas de prevención por la alerta sanitaria. No salimos a la calle. Tenemos experiencia en el confinamiento, estamos recluidas desde hace cinco siglos, por vocación". De su experiencia, trasladan a todas las personas que están en casa desde hace tantos días que "hay que encomendarse a Dios, que es quien dispone por cada uno de nosotros", reflejando así que la fe ayuda a llevar mejor las situaciones complicadas y difíciles, como esta. Las tres religiosas están al corriente de lo que ocurre "nos llegan recados todos los días, vemos los telediarios y la misa del papa Francisco".

Nadie acude ahora a su torno que durante siglos ha sido el medio a través del que atendían a las personas que llamaban a su puerta. Décadas atrás, además de dulces, despachaban huevos de sus gallinas y hacían labores en su cuarto de estar, con ventanas que les proporcionaban luz natural durante casi todo el día, y con vistas a las riberas del río Miño.

En estos momentos todavía asisten a misa en su iglesia, a puerta cerrada, a las ocho de la mañana.

"Más que pensar en mí, pienso en la gente que está enferma por ese virus. Nosotras rezamos a diario por los enfermos y por sus familias. En los telediarios vemos como fallece la gente. Nadie contaba con esto", relata la madre abadesa.

Deduce de todo eso que "nuestro Señor nos manda un recado. Esperemos que la sociedad cambie para bien. Las personas somos muy frágiles y esa fragilidad es la que nos conduce a Dios, desde siempre".