Las polémicas minidepuradoras de Oia cumplen una década de funcionamiento deficitario y ruinoso para las arcas municipales. Las cinco instalaciones nacieron rodeadas de polémica. Desde su colocación en 2006 por irregularidades urbanísticas y desde su puesta en marcha en 2010, por los enormes gastos que generan al Concello, además de molestias a los vecinos por vertidos y malos olores. Sus continuos desbordamientos generan costes de mantenimiento que rondan los 2.500 euros al mes y el consumo eléctrico se sitúa en torno a los 4.000 euros mensuales, según los cálculos de la alcaldesa, Cristina Correa. El Ayuntamiento destina unos 80.000 euros al año a la red y ha llegado el momento de replantearse el modelo de saneamiento, señala la regidora, que ha solicitado a Augas de Galicia un informe que valore dos posibles opciones.

Por un lado, la alcaldesa plantea la posibilidad de conectar la franja litoral del municipio a la Estación Depuradora de Augas Residuais (EDAR) de Baiona, en Cabo Silleiro. Una opción que lleva dos años sobre la mesa para el barrio de As Mariñas, en la parroquia de Mougás. Tras dos años de trámites, los presupuestos de la Xunta vuelven a incluir este año la partida de algo más de 300.000 euros para efectuar la obra en los próximos meses.

Por otro, la regidora apunta también a la posibilidad de que la Xunta construya una EDAR exclusiva para Oia que sustituya al sistema de cinco minidepuradoras.

Ambas opciones suponen inversiones millonarias, advierte Correa, por eso considera que el asunto requiere un informe técnico "realizado por una institución pública y objetiva", a partir del cual las administraciones tomen las decisiones correspondientes.

Lo que todos los grupos representados en la Corporación tienen claro es que el modelo de saneamiento de Oia no sirve. Y así lo abordaron en un pleno extraordinario forzado por el PSOE esta semana. La sesión sirvió para aprobar el traslado de la problemática minidepuradora de Porto Senín a la parroquia de Pedornes para acabar con los constantes derrames de fecales, e incluso detergentes, que ocasiona en medio de un núcleo de población junto al mar. El asunto salió adelante con los cuatro votos a favor de los ediles socialistas y el del representante del BNG. Los seis concejales del PP se abstuvieron porque "nosotros tampoco queremos la depuradora de Porto Senín, pero consideramos que antes de realizar una inversión tan descomunal en obra civil y bombeos es preciso disponer de un informe, explicó la alcaldesa.

Los representantes políticos abordaron también la necesidad de dotar de sistemas de tratamiento de las aguas residuales a Loureza y Burgueira. Para ambas parroquias interiores, el gobierno municipal apuesta por opciones sostenibles como la depuración a través de plantas macrófitas. Se trata de plantaciones de especies que filtran las impurezas del agua de forma natural que los dirigentes municipales consideran "idóneas".