"¿Dónde está Moncho?" Antes incluso de echar un vistazo a su tentadora carta de pescados y mariscos, todavía son muchos los clientes que preguntan por Ramón Rodríguez Quintas en cuanto se sientan a la mesa en el restaurante Rocamar. Sigue siendo un referente en la hostelería, de Baiona y de toda el área de Vigo, una década después de jubilarse. Y es que no hay día que no se pase por el negocio a la hora del almuerzo y de la cena. "Saludar a los clientes y comprobar que se van contentos me hace muy feliz", afirma. Su vocación de servicio, forjada a lo largo de más de medio siglo de entrega al oficio "y al producto de la mejor calidad", le ha hecho merecedor del homenaje que la Asociación de Empresarios y Comerciantes de Baiona (Aceba) le rindió durante la tradicional cena medieval que dio el pistoletazo de salida a la Festa da Arribada el pasado fin de semana.

El veterano restaurador es miembro de la Academia de Hosteleros de Pontevedra desde 2004 y cofrade de la Chaîne des Rôtisseurs -asociación internacional del sector- desde 2011. El Concello de Baiona le entregó en 2015 su mayor distinción, la Carabela de Oro. Pero este último reconocimiento por sorpresa es el que más lo enorgullece. "Que te valoren tus propios colegas es una satisfacción muy grande", comenta emocionado a pie de comedor.

Son sus hijos Susana y Ramón los que regentan el negocio. "Y lo hacen mucho mejor que yo", deja claro. Así que ahora, "sin la preocupación por las cuentas ni por las facturas", disfruta del cariño de los clientes al máximo tras una larga carrera de gran sacrificio, pero también de "muchas alegrías".

Nacido en la parroquia gondomareña de Vilaza en 1942, tuvo que ayudar a su familia desde niño en el reparto de leche por toda la comarca. Pronto descubrió sus dotes para los negocios y, con solo 16 años, montó un ultramarinos en la plaza Pedro de Castro de Baiona. "Venía en el tranvía que salía de Gondomar a las 6.00 comprando mercancía a las paisanas. Aquello era como una plaza de abastos en movimiento. Les compraba habichuelas, maíz, verduras... y luego las vendía yo en la tienda", recuerda. Tan solo dos años más tarde, inauguró su primer bar restaurante en el casco vello baionés. Regentó varios locales de hostelería por el entorno hasta que decidió comprar el restaurante Rocamar en 1973, tras cumplir los 30, poco antes de casarse con Sara Rodríguez Novoa. Juntos sacaron adelante el gran salón de banquetes que "llegó a ofrecer cuatro bodas en un mismo fin de semana,dos el sábado y dos el domingo, de aquellas de más de 200 invitados", rememoran. Y juntos dedicaron horas y horas al establecimiento. "Salíamos a las 5.00 de la mañana para recorrer las lonjas de Vigo y Marín y el mercado de Pontevedra. Y a la una de la tarde estábamos aquí para recibir al primer cliente. En Baiona comprábamos por la tarde", comentan. "La familia es lo primero pero el negocio es como un hijo más, necesita mucha atención y dedicación", reflexiona.

Los convites, como el negocio, han evolucionado a lo largo de las décadas. "Ahora las bodas son de 80 o 90 personas. Todo va cambiando y hay que adaptarse a los tiempos", explican. Esa capacidad de renovarse, junto a "la calidad del producto y el buen servicio", considera Ramón, es parte de su secreto. El éxito lo garantiza sobre todo el personal, asegura. "Empezamos con siete trabajadores a diario, que llegaban a la treintena en ocasiones. Ahora somos 14 en plantilla y en temporada alta duplicamos. Son un equipo de grandes profesionales que llevan muchos años con nosotros. Sin ellos no habríamos conseguido nada", asegura.

Lo que apenas ha cambiado es la actividad diaria del comedor, un reclamo turístico de Baiona que no entiende de estacionalidad. "Aquí trabajamos bien todo el año. Claro que hay más gente en verano, pero en invierno tenemos mucha gente de la zona, de Vigo y de Portugal", explica este embajador de la gastronomía baionesa, que ha sentado a la mesa a grandes figuras de la política, del deporte y del espectáculo. De la Casa Real, recibió a Don Juan de Borbón, al Rey Felipe VI cuando todavía era Príncipe de Asturias y al Rey Juan Carlos, que es ya un habitual de la casa, como Julio Iglesias.