Isabel Vieitez, Margarita Martínez, Isabel Grima, María Luisa Alejandro, Enma Rodríguez y Juan Fundín, son las y el responsable de que en A Ermida se hubiese ubicado desde el pasado verano el original "parque de espantallos".

La idea surgió como una broma del pasado San Juan. Después de plantear colocar unos muñecos de paja en el puente del río Deva, en la PO-5003 que une Arbo y A Cañiza, se decidió usar una finca particular de una de las vecinas y ubicar más cosas. Finalmente se crearon varias estampas rurales, en la que se incluyó un barril de vino, y dieron forma a criaturas inmóviles que, a pesar de su colorido, no parecen desentonar con el paisaje

Explica Isabel Grima que como en verano hay más gente "muchos quisieron contribuir y ayudaron a crear los muñecos".

Finalmente, lo que empezó como una idea espontánea, se convirtió en un compleja exposición de arte abstracta que llama la atención de los conductores y conductoras, y que se mantuvo en el tiempo. "Ahora ya estamos incluyendo mejoras con motivo del día de los enamorados y carnaval, y vamos buscando nuevas temáticas para poner otros elementos y que sea siempre interesante". Entre ellas figuran unas "mayos" con caretas de carnaval.

Pero el colorido parque, que hace que los niños quieran pasear por su interior y que los viajeros bajen del coche para fotografiarse para su Instagram, esconde varias llamadas de atención. Explica Grima, que "queremos reivindicar nuestro pueblo como un lugar para vivir, queremos más población y también queremos que nos hagan más caso, que hagan más caso al rural en su conjunto".

La lucha contra el aislamiento es otro de los mensajes del parque. Explica Enma que "poder hacer los muñecos y otras actividades que estamos haciendo me ayudó personalmente a no estar sola y salir adelante".

Inicialmente no se esperaba un éxito tan rotundo y la respuesta del público anima a cuidar esta particular sala de muestras. "Hubo algún domingo que en un momento había más de dos docenas de coches y estaba esto lleno de gente", dice otra de las vecinas.

Las vecinas de Cobas, A Lomba y Rande (todos barrios de A Ermida) quieren seguir con el proyecto al que ni siquiera tienen nombre, pero que ha hecho que este invierno sea menos duro en una de esas aldeas a punto de entrar en la UCI de la despoblación.