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VAL MIÑOR

O Galiñeiro se postula como el primer sumidero oficial de CO2 del área de Vigo

La comunidad de montes de Vincios tramita ante el Ministerio de Transición Ecológica el alta de 8,5 hectáreas de monte repoblado con frondosas tras los incendios de 2017

El entorno del conjunto de petroglifos de Auga da Laxe será repoblado y se incluirá en el sumidero. /

El primer sumidero de carbono del área metropolitana de Vigo se ubicará en el Monte Galiñeiro. La comunidad de montes de Vincios, entidad titular de la emblemática cumbre entre Vigo y el Val Miñor, espera que el Ministerio de Transición Ecológica incluya 8,5 hectáreas de su superficie forestal en el listado oficial de depósitos de CO2 en las próximas semanas. Han tramitado la solicitud hace un mes y cumplen con todos los requisitos, asegura el coordinador del colectivo, José Taboada. El gondomareño sería el tercer espacio para absorber las emisiones contaminantes registrado en Galicia y el segundo de la provincia. Hay uno gestionado por una empresa en A Coruña y otro en el municipio pontevedrés de Cuntis, promovido también por una sociedad mancomunada.

¿Qué son los sumideros de CO2? Son depósitos naturales (océanos y bosques) o artificiales (tecnologías o productos químicos) que absorben y capturan el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera reduciendo así su concentración en el aire. El Gobierno los registra como armas contra el cambio climático e insta a las empresas a medir, reducir y compensar su huella de carbono -el rastro de emisiones de gases de efecto invernadero que deja cada actividad-. Los sumideros sirven precisamente en la fase de la contraprestación. Cada vez son más las compañías que tratan de "borrar "parte de su huella de carbono a través de este sistema, que les aporta prestigio e incluso puntos en concursos públicos. Lo hacen con aportaciones económicas o colaboración social.

Ser depósito de carbono supone "un acto de responsabilidade social" para los comuneros de Vincios, según explica Taboada. Y es que el monte cumple un servicio social como espacio regenerador y lúdico y la comunidad de montes quiere aprovechar esa función para obtener recursos.

Se trata de una de las iniciativas que la sociedad mancomunada gondomareña ha puesto en marcha para pasar página tras la brutal oleada de incendios que arrasó en octubre de 2017 el 81% de su superficie forestal -500 de 678 hectáreas-. El fuego obligó a los vecinos a cambiar el chip en la gestión del monte y apostar por la multifuncionalidad en busca usos novedosos que dejen atrás la producción de madera como principal fuente de ingresos.

Para proteger el monte del fuego, plantean una nueva estructura, que lo divide en dos partes: zonas de reforestación que abarcan una franja de seguridad de 50 metros con diversas plantaciones y zonas de pasto. De las 35 hectáreas dedicadas a la repoblación con árboles autóctonos y resistentes al fuego, 8,5 se destinan inicialmente al sumidero de carbono, con la intención de ampliarlo en el futuro hasta las 20 hectáreas.

La idea es frenar la galopante expansión del pirófito eucalipto en las zonas quemadas y poner coto a las llamas, obteniendo así beneficios para evitar la bancarrota "sen necesidade de esperar trinta anos a que medren as árbores", señala Taboada.

Los depósitos de CO2 se encuentran en plena expansión como medida de lucha contra el cambio climático "e nós tiñamos que estar aí porque a tendencia vai nesa dirección". La creación de un sumidero de carbono "implica unha enorme responsabilidade e compromiso" par la comunidad de montes, subraya el coordinador. Los comuneros se comprometen a mantenerlo durante 50 años. Y cuidar bosques con especies frondosas significa limpiar la maleza o podar, entre otras tareas que obligan a prestarles atención constante. "Non coma o eucalipto que o prantas e esquéceste del ata a corta practicamente".

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