Empezó el curso con sus 123 matriculados y en la última semana casi ha triplicado la cifra de alumnos. El CEIP de Fontes-Baíña afronta lo que queda de trimestre con un total de 339 escolares tras recibir a los 216 de los seis niveles de Primaria del Cova Terreña, desplazados de manera forzosa por inundaciones y goteras en sus aulas. Una situación de emergencia que obliga a los dos centros baioneses a compartir techo y que profesores y padres han resuelto sin que los pequeños apenas noten el sobresalto. Todo con la ayuda del Concello de Baiona y de la Consellería de Educación, según destacan ambas direcciones.

Inmerso en plena reforma integral con cambio de tejado incluido, el colegio del centro urbano baionés se enfrentó al temporal de los pasados días 12 y 13 con una cubierta provisional de lona que no resistieron las rachas de viento y dejaron pasar la tromba de agua. Varias aulas quedaron anegadas y la dirección, de acuerdo con representantes de la Xunta y con el apoyo del Ayuntamiento y de los padres, decidía el traslado. Los alumnos de 1º, 2º y 3º se mudaban el día 15 y sus compañeros de 4º, 5º y 6º lo hacían este mismo lunes, día 21, después de un fin de semana frenético en el colegio de Fontes para dejar todo listo para su llegada.

Seis camiones de mudanza

Un total de 18 personas -equipos directivos, operarios municipales, conserjes y algunos padres- montaron el zafarrancho de mudanza. No solo había que trasladar, en seis camiones, todo el material didáctico, además de mesas y sillas, ordenadores, libros electrónicos y los pesados muebles donde se guardan, sino que había que dejar libres las aulas elegidas e instalar enchufes y conexiones de internet. "Traballamos arreo e en 24 horas tiñamos todo listo, grazas a toda a xente que colaborou, en especial os traballadores do Concello", destaca la directora del colegio de Fontes, Noelia Fernández Colmenero.

El espacio no ha sido un problema, ya que el centro ubicado en Baíña, inaugurado en 1980, llegó a albergar a "cerca de 500 nenos", señala la directora, por lo que disponía de aulas de sobra. Se habilitaron un total de doce, de manera que los chicos están juntos, pero solo revueltos a la hora del recreo. Tres de ellas estaban vacías y se ubican en el edificio complementario del centro, donde fue necesario reactivar la calefacción tras más de una década sin encenderla. Las nueve restantes se dedicaban a las clases de informática, plástica, inglés, religión, pedagogía terapéutica, audición y lenguaje, ajedrez, una que funcionaba como almacén y otra en proceso de convertirse en espacio de innovación.

Cinco autobuses

La organización de la actividad diaria está diseñada al milímetro para que las entradas y salidas discurran con normalidad. Los desplazados acuden a su colegio a la hora de siempre, incluso pueden desayunar allí los usuarios del Plan Madruga. Cinco autobuses financiados por la Consellería de Educación los recogen a las 8.50, en cuanto suena el timbre y entran en Baíña a las 9.00, diez minutos después que sus anfitriones. El sistema es similar a la hora de volver al Cova Terreña.

Superada la prueba de la planificación educativa, directoras y profesorado se centran en reforzar los lazos entre los pequeños. Han convocado a los padres los próximos lunes y martes, 28 y 29 de octubre, para que comprueben como se ha resuelto el asunto. De puertas adentro, cada tutor ha instado a sus alumnos a organizarse en comité de bienvenida. "Presentáronse e fixeron de anfitrións amosándolles as instalacións ós compañeiros. Pedímoslles que foran solidarios e que procurasen que os nenos do Cova Terreña se sentisen ben e o certo é que os acolleron con moito cariño", explican las directoras.

La situación se mantendrá al menos hasta las vacaciones de Navidad, fecha en que está previsto que finalicen las obras del Cova Terreña. No obstante, todo está "preparado para continuar o tempo que faga falla" , señala la directora del centro baionés, quien deja claro que no consentirá que sus alumnos regresen "se non está todo listo e en condicións de total seguridade".