Zanjada la polémica de Carabela Pinta, el gobierno municipal trabaja en la adaptación de la ordenanza municipal de terrazas a la nueva normativa del Ministerio de Vivienda, que pone en peligro las mesas y sillas del casco histórico al exigir una distancia mínima de 1,80 metros de las fachadas de los locales y que está en vigor desde enero. El alcalde se reunió ayer con medio centenar de hosteleros para dar los primeros pasos en la tramitación que será, aseguró, "consensuada con todos para salvar a actividade das terrazas".

No obstante, advirtió de que el Concello controlará el cumplimiento de la normativa para evitar invasiones excesivas de la vía pública.