Con apenas un dolor de piernas cuando se pone en pie, la tomiñesa Sara Rodríguez Salvador acaba de cumplir 105 años. Lo hizo rodeada de su familia más próxima, sus sobrinos nietos, Ángel y Sonia, y los hijos pequeños de estos, Sergio y Hugo, pues, aunque tuvo muchos pretendientes, Sara, al contrario de lo que estaba prestablecido a principios del siglo pasado, no se quiso casar; consecuencia de ello, reconoce que ha vivido con menos preocupaciones. No obstante, aunque no ha tenido descendencia directa, afronta el reto de ser la abuela de Tomiño al convertirse en la persona más longeva del municipio.

Sara pertenece a la familia "dos piscos", mote que heredaron de unos bueyes pequeños que tenían cuando trabajaban en el campo. Fueron tiempos duros que recuerda resignada, pero también con nostalgia. Ahora la vida de esta anciana es mucho más tranquila. Come de todo, le gusta sentarse en el salón a leer la revista "Hola" y ver la televisión y nunca protesta por nada. También es aficionada al fútbol y hasta hace apenas 10 años iba a ver al Tomiño FC, aunque su corazón es del Real Madrid. Otro de sus hobbies preferidos es jugar a las cartas, especialmente a la brisca, donde apuesta con galletas de chocolate.

Una pequeña pérdida de audición en el oído la compensa con picardía, sentido del humor y una memoria implacable. Gracias a esta última, pudo ayudar a una alumna universitaria de Tomiño con un trabajo académico en el que consiguió muy buena nota. Sara le ofreció datos muy valiosos sobre la sociedad y la cultura de su infancia y juventud, especialmente en lo referente a la posibilidad de estudiar en aquella época.

Al margen de esta disminución auditiva, se conserva en unas condiciones envidiables, con la única ayuda de una pastilla para la retención de líquidos; y cuando se le pregunta "¿pero seguro que no le duele nada?, ella responde: "se queres que che minta, míntoche". Por ello, sopladas las velas de su 105 aniversario, Sara coge impulso para llegar a los 106.