Literal y metafóricamente. Esther Nande Figueroa da la campanada por partida doble. Toca las campanas de la parroquia nigranesa de Parada y su actividad llama la atención porque antaño estaba prácticamente reservada a los hombres y porque ya no queda nadie más en la comarca miñorana que la desempeñe manualmente desde que los sistemas de automatización permiten programar los toques con solo apretar un botón.

Tampoco es que sean muchos los vecinos que prestan atención a las melodías del campanario, y mucho menos los capaces de descifrar cada tono. "Só os máis maiores diferencian os toques", asegura a las puertas de la iglesia de Santiago, del siglo XIII. Pero su intención es mantener la ancestral tradición mientras pueda y su temor, que el talán talán se calle para siempre cuando ella falte.

A sus 66 años todavía le queda energía para rato y, pese a su prótesis de rodilla, sube las vertiginosas escaleras que conducen al campanario a toda velocidad, ágilmente agachada en el último tramo. Pero recuerda que ya está "en idade de xubilación" y busca un relevo. Por eso colabora con la cita cultural que mañana miércoles organiza el Instituto de Estudos Miñoráns (IEM) allí mismo para dar a conocer los secretos de aquel singular idioma que todos conocían hace medio siglo y que corre riesgo de desaparecer. "Eu ando a ver se lle ensino a alguén e ninguén quere. Non teño a quen deixarlle a herencia. A ver se se anima a xente para que non se perda", señala esperanzada.

Y es que los teléfonos móviles y las redes sociales han acabado con los viejos sistemas de comunicación que avisaban de las misas, fiestas, defunciones y hasta incendios a varios kilómetros a la redonda. "Hoxe co WhatsApp xa non fai falta nada disto", lamenta la última campanera del Val Miñor. Pero, eso sí, "a xente quere campás cando morre alguén", deja claro.

No es la primera vez que se ve obligada a abandonar una excursión para acudir a avisar de una defunción. "O problema é que isto é moi atado. Se te chaman tes que vir ou ter alguén que quede a cargo do asunto. Cando estiven ingresada no hospital viña o meu home abrir sinal se falecía alguén", relata.

Esther toca varias veces por semana. "Antes era case a diario porque había máis misas, pero agora só os domingos", recuerda. En caso de defunción, tañe las dos campanas para anunciar la muerte, de forma diferente si se trata de un hombre o una mujer, y las toca de otra manera a la hora de entrar y salir el féretro del templo en el funeral y también para avisar de la celebración del primer aniversario. El repique solo lo ha utilizado a lo largo de sus más de tres décadas de actividad para las fiestas. "Por sorte nunca tiven que tocalo para anunciar a morte dun anxeliño, agora xa non morren nenos acabados de nacer", apunta.

Todos los tonos podrán escucharse mañana en la "xeira" del IEM titulada "Paseo fluvial e toque de campás en Parada". Los interesados deben presentarse a las 18.30 en el Muíño de Porto do Molle para dirigirse, guiados por el historiador Anxo Rodriguez Lemos, a la iglesia. A continuación , conocerá los detalles de la biodiversidad del río Muíños de la mano del biólogo Xosé Ramón García.