La Xunta de Galicia ha saldado una de sus cuentas pendientes con los conocidos molinos de O Rosal. El Diario Oficial de Galicia publicó en el día de ayer un decreto de ampliación de la delimitación de los molinos de O Folón y de O Picón como Bien de Interés Cultural (BIC), de manera que la totalidad de las construcciones de valor etnológico pondrán disponer de la protección de BIC.

Este nuevo decreto corrige el del 22 de enero de 1998, que declaraba BIC solo a los 36 molinos de río Folón, dejando sin esta figura jurídica de protección del patrimonio histórico español al grupo de 31 molinos del río Picón. "La aprobación de este decreto permite así corregir una disfunción de la declaración originaria, garantizando el mismo nivel de protección para la totalidad de las construcciones", explican desde la Consellería de Cultura y Turismo.

Cabe destacar que dicho decreto, además de los 67 molinos, también incluye otra serie de elementos patrimoniales destacados, como la ermita de San Martiño, al noroeste, o el castro de O Picón, al sureste. Dado que la nueva resolución delimita todos los espacios necesarios para la conservación de este lugar de valor etnológico, no se considera necesario ningún entono de protección ni el establecimiento de una zona de amortiguamiento específica. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que en la actualidad sus función es esencialmente cultural, podrán realizarse mejoras para el uso de los visitantes y una óptima valoración e interpretación del conjunto.

Además de la nueva protección de Bien de Interés Cultural para la totalidad de los molinos harineros escalonados por laderas inclinadas con aparente fragilidad, dichas edificaciones cuentan desde finales de 2018 con un reconocimiento universal por la técnica de "pedra seca" con la que fueron construidos. La "pedra seca" es un método tradicional que prescinde de cualquier argamasa o mortero, cuyo origen se remonta a la antigüedad y que se ha trasmitido a través del tiempo a través del milenario oficio de los canteros.