El monte de la parroquia baionesa de Baredo registró ayer el cuarto hallazgo de restos de animales muertos en lo que va de año en la comarca miñorana. La Guardia Civil investiga la aparición de las cabezas y vísceras de siete potros localizados en la zona para dar con los autores de su muerte y esclarecer las circunstancias en las que fallecieron.

Se desconoce si las crías de caballo perdieron la vida de forma violenta o no, aunque todo apunta, según las primeras hipótesis de la investigación, a que lo hicieron en una matanza doméstica para el consumo de carne. Una práctica prohibida por la normativa higiénico sanitaria que, según ganaderos del entorno, sigue viva en algunos hogares de forma ocasional. Son numerosas las familias que disponen de ganado equino criado en libertad en los montes de la Serra da Groba. Una tradición milenaria que llega precisamente en estas fechas a su punto culminante. El pasado domingo se celebró en Torroña, en el municipio vecino de Oia, el segundo curro de la temporada, en el que se marcaron y raparon en torno a 700 cabezas de ganado. Si alguno de los propietarios de las reses desea quedarse alguna para comer, está obligado a llevarla al matadero. Y el más cercano que se dedica al sacrificio de caballos está en Cambados, según señalan criadores.

Los anteriores tres hallazgos de restos de animales este año en el Val Miñor sí fueron claros casos de crueldad animal. Los tres se produjeron en enero. El último y más mediático fue el relacionado con la brutal matanza de cuatro yeguas a golpes con una barra de hierro en la parroquia oiense de Viladesuso. Antes de aquel suceso que llenó páginas de actualidad nacional, la misma parroquia baionesa de Baredo era escenario de la localización de tres ovejas en avanzado estado de descomposición. Y unos días antes, a tan solo unos kilómetros, en Baíña, apareció muerta con las patas traseras atadas una perra mastina que los vecinos de Fontes habían aceptado como mascota tras un año merodeando por el barrio.